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Recuerdos del 27F:

A 15 años de la tragedia que sacudió a Chile

El 27 de febrero de 2010 es una fecha inolvidable. Un terremoto de 8,8 grados sacudió Chile, dejando destrucción, miedo y un largo camino de reconstrucción. Cecilia Ponce, entonces directora de Fondo Esperanza y luego del Hogar de Cristo en Biobío, vivió en primera línea el impacto de la tragedia y el desafío de ayudar a quienes lo perdieron todo. Este es su relato.

Por María Luisa Galán

25 Febrero 2025 a las 00:27

“La región era una región en guerra. Tú salías y sentías la emergencia. No había bencina, los tacos eran de horas y horas. Llegar con ayuda era muy difícil porque te demorabas mucho. Estaba el miedo a los saqueos. Hubo mucho tiempo sin luz ni agua. La ciudad parecía sitiada y el paisaje era con departamentos caídos”.

Así recuerda la trabajadora social Cecilia Ponce, esos primeros días post terremoto del 27 de febrero del 2010. El famoso 27F. Han pasado quince años desde esos 8,8 grados que sacudieron a medio país durante la madrugada. Una tragedia que se vivió por tierra y por mar.

Cecilia, de corazón penquista, llevaba quince años trabajando en Fondo Esperanza (FE). En esos años, FE era una organización íntegra del Hogar de Cristo. Hoy, comparte su administración, con un 49 por ciento, con la Fundación de Microfinanzas de BBVA. Ese 2010, ella era su directora en Biobío.

Cecilia Ponce era directora de Fondo Esperanza en Biobío para el 27F. Días después, fue designada como directora ejecutiva del Hogar de Cristo en la región.

Días después del terremoto, le pidieron un favor: ser la nueva directora ejecutiva del Hogar de Cristo en la región. Esto, en reemplazo de Sergio Giacaman, hoy gobernador electo por la Región del Biobío, que entonces se iba de subdirector a la Seremi de Desarrollo Social. No comenzó de inmediato. Tenía claro que no podía dejar a las “socias”, como se les dice a las emprendedoras en FE, de un día para otro y en medio de una tragedia. Fue una transición gradual que se completó en mayo de ese año.

Fue la “directora del terremoto”, como ella misma declara. Rememora: “Era no sólo reconstruir la infraestructura, sino que era reconstruir de nuevo la vida de muchas personas que lo habían perdido todo”.

LA VOZ DE LOS SIN VOZ

Los relatos de familias o amigos, y las imágenes de la televisión y las redes sociales eran elocuentes. Casas desplomadas, puentes caídos, rutas amputadas y un mar que arrasó con todo a su paso. Un escenario doloroso.

También quedó registrado cómo muchas personas quisieron ir en ayuda de los compatriotas más abatidos. Cecilia, rememora esos días. “Pese a que los caminos estaban cortados, tuvimos una potente red de voluntarios y de algunos profesionales que se pusieron al servicio en la emergencia. Se armaron carpas en los territorios con voluntarios y con equipos nuestros”.

El trabajo inicial del Hogar de Cristo fue crear un diagnóstico y canalizar la gran cantidad de ayuda que llegaba desde todo el país y el mundo. Además, de hacer oír la voz de quienes más sufrían en esos momentos.

NO QUEDAN AÑOS

Con la mayoría de las comunicaciones cortadas, era muy difícil saber del estado de trabajadores, voluntarios y participantes de los programas ambulatorios. Se armaron equipos y fueron hasta las casas de ellos. Y, con quienes no se pudo establecer contacto, los medios de comunicación fueron claves. Sergio Giacaman recurrió a Radio Biobío para dar a conocer los primeros reportes e hizo un llamado a quienes no habían tenido contacto, a que se comunicaran a través de la radio.

Cecilia recuerda esas visitas:

-A mí me tocó vivirlo desde Fondo Esperanza y era muy triste. Porque no sólo veías las casas caídas, sino que los emprendimientos perdidos, las fuentes laborales desparecidas. Y eso era muy fuerte. Y también ver a las personas mayores, llorando porque “perdí mis fotos, perdí toda mi vida, la posibilidad de construir algo, no tengo, no me quedan años para reconstruir todo”. Tengo recuerdos hasta el día de hoy una señora afuera de su patio vacío, su casa botada, su emprendimiento botado y ella en una silla mirando. Era muy triste, muy fuerte.

Tirua post 27F

En Tirúa se realizaron seis programas tras el 27F. Atendieron alrededor de 180 personas, entre adultos mayores, familias, madres jefas de hogar y niños.

SEMILLERO DE LÍDERES

En sus recorridos por el territorio, el equipo del Hogar de Cristo también se enfocó en el bienestar de la comunidad en general. Fue así como establecieron un vínculo significativo con mujeres principalmente que, tras el terremoto, se convirtieron en líderes.

Inspirados por el espíritu de colaboración y solidaridad presente en estas líderes, se crearon dieciocho centros comunitarios, espacios de encuentro y apoyo para las comunidades. Gracias a estos recorridos, la fundación llegó a localidades donde no tenía presencia. Llico, Lebu, Tubul, Curanilahue, Cobquecura, fueron algunos de ellos.

También se potenciaron los hoy importantísimos programas de atención domiciliaria para adultos mayores (PADAM), que existían muy incipientemente antes del 27F. Y, para los niños y niñas, se creó el programa de apoyo “Campana“, en honor a la joven de la isla Juan Fernández que tocó la campana salvadora de muchos.

Este video fue hecho hace más de 10 años. Es sobre los centros comunitarios del Hogar de Cristo tras el terremoto del 27F.

EL EMPOBRECIMIENTO DEL 27F

“Se atendieron a más de diez mil personas”, recuerda Cecilia. Actualmente, los PADAM siguen funcionando. Los otros programas, cerraron una vez que las familias tuvieron sus casas definitivas. Aunque algunos centros comunitarios siguieron por cuenta propia. Fue así el caso de Cocholgüe y Lota, cuyas dirigentes hoy son parte de Acción Solidaria.

-¿Qué fue lo más difícil del proceso de reconstrucción?

-La relación con el con el gobierno. En esa época estábamos apoyando a las familias damnificadas, estábamos como desde el lado de la dirigencia, por así decirlo. Acompañando los dolores de las personas y un proceso de reconstrucción que fue largo, difícil. Las familias no necesariamente estaban tan informadas, por lo tanto, esa relación con las autoridades regionales no fue tan fácil porque por un lado nosotros estábamos ahí y por otro lado también ejecutábamos proyectos con financiamiento del gobierno. Que es algo que ocurre hasta hoy, pero en esos días estaba muy politizado todo.

“Me acuerdo que vino el capellán Agustín Moreira y dijo que la reconstrucción andaba lenta, que era lo que yo misma le había transmitido, que las familias tenían poca información. Él lo dijo y salió un titular con que la intendenta Jacqueline Van Rysselberghe le responde al capellán del Hogar de Cristo”.

-¿Hubo empobrecimiento de muchas familias post 27F?

-Lo que nos pasó en la reconstrucción fue que a las familias se le asignó otro lugar donde tenían que construir. Fue un cambio identitario. Eso para las familias no fue fácil. Al ser algo tan visible, también había distintas miradas y no estaba considerada la mirada de los dirigentes, de las comunidades, sino que había muchas visiones, muy politizadas, que no favorecían el proceso. Esos lugares nunca volvieron a ser lo que eran porque se transformaron en zona de desplazamiento, con viviendas sociales. Eran familias que tenían buenas condiciones de vida, con casas de dos pisos y todo. Hoy están en lugares no inundables, pero claramente se empobrecieron.

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