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Siempre serás Hogar de Cristo… Josefina Orrego

1 Marzo 2018 a las 17:47

Hoy deja el Hogar de Cristo Josefina Orrego, una compañera muy querida que nos acompañó por 17 años, contagiándonos con su alegría y espiritualidad. Le hemos pedido que nos deje unas palabras de despedida porque creemos que las personas que dejan huella siempre merecen ser reconocidas…

“Me incorporé a esta gran familia hace 17 años. En cuanto a la forma sobre cómo llegué, se debió a que algunos amigos que tenía acá, me recomendaron al Padre Agustín Moreira SJ., quien era el Capellán general porque quería poner una persona laica a cargo de la Pastoral del Hogar. Les confieso con humildad, que en ese tiempo yo vivía una dura situación existencial, con mucho desconcierto, dolor y soledad. Estaba en un proceso de discernimiento vital para quedarme o salir de la vida religiosa en la que estuve por más de 30 años. Justamente porque llegué al Hogar en ese momento de mi vida, lo siento como que Dios me trajo de la mano. Desde ahí, tengo una convicción que AGRADEZCO, afirmo y mantengo: fui y sigo siendo, una ACOGIDA más del Padre Hurtado en el Hogar de Cristo.

Llegué ¡tan ignorante! pero dispuesta a aprender. No sé si me voy menos ignorante porque la cabeza es dura pero me voy con una experiencia vital que dudo habría podido adquirir en otro lugar de Dios como no fuera este. En el Hogar aprendí a hacerme y a ser laica: esposa, madre de familia, abuela…

Mi principal respeto, admiración y agradecimiento es a quienes trabajan día a día en los programas de manera directa con los acogidos. A muchos conocí y calaron hondo en mi proceso para avanzar en la superación de los prejuicios.

Gracias a quienes están hoy y estuvieron antes construyendo una mejor humanidad. Una palabra final para los acogidos y personas de calle vinculadas al Hogar. Han sido personas que como verdaderos maestros de excelencia, me ayudaron a avanzar en la transformación de mi mirada y manera de relacionarme con los “más pobres entre los pobres” y con personas que son excluidas.

No puedo finalizar, sin pedir sinceramente perdón por medio de estas líneas, a quienes herí u ofendí con actitudes soberbias, agresivas, indiferentes, “peladoras”, egoístas… a quienes por mi “hiper criticidad” se sintieron pasados a llevar o no comprendidos… perdón de corazón.

Que la espiritualidad del Padre Hurtado que es la espiritualidad del pobre, sea fuente, aliento, transformación, fortaleza para mantener el sentido de esta obra “de simple caridad del evangelio” tal como él la definió. A todos, sin excepción GRACIAS y siempre seré “Hogar de Cristo””.

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