Pedro Urrutia clama por un enfoque renovado para enfrentar las 'nuevas pobrezas'
En el 80° aniversario de la obra más emblemática de Alberto Hurtado, Pedro Urrutia, jefe social territorial del Hogar de Cristo en La Araucanía, destapa la cruda realidad de las continuas muertes por hipotermia y subraya las deficiencias de un sistema de apoyo que flaquea justo cuando más se necesita.
Por Matías Concha P.
23 Septiembre 2024 a las 16:42
El 10 de mayo de 1984 en Temuco, Hogar de Cristo abrió sus puertas con solo nueve niñas en una casa alquilada. Gracias al apoyo de 600 socios, la casa pronto se convirtió en una residencia para niñas que llegó a acoger a 19. Hoy, es un bastión de ayuda en La Araucanía: apoya a 34 adultos en su lucha contra las adicciones, cuida a 120 personas mayores en sus hogares junto a sus cuidadoras, acoge a quienes viven en situación de calle en 4 centros y asegura la educación de 148 niños en edad preescolar. Cada día, más de 460 personas encuentran refugio gracias a Hogar de Cristo en Temuco, Nueva Imperial, Collipulli y Angol.
-En estos 80 años, las formas de vulnerabilidad y pobreza han cambiado, pero nuestra misión sigue siendo la misma: transformar vidas. Aquí, en nuestra región, nos enfocamos en cuatro causas esenciales: acogida a personas en situación de calle y consumo problemático; el cuidado de adultos mayores en sus propios hogares, manteniéndolos cerca de sus familias en lugar de aislarlos en lugares marginados; y el apoyo a la primera infancia, asegurando que los niños más vulnerables reciban la atención y educación que necesitan desde sus primeros años.
La realidad es que, sin la intervención del Hogar de Cristo, la situación en La Araucanía sería más compleja. Casi 18 mil adultos mayores viven en pobreza, especialmente en áreas rurales, y la pobreza multidimensional alcanza al 30% de los niños en la región. A esto se suma una crisis aún más aguda entre las 300 personas en situación de calle, expuestas al invierno y la hipotermia. Este año ya ha cobrado la vida de más de 50 personas a nivel nacional, cuatro de ellas en nuestra región.
-En el Hogar de Cristo manejamos dos albergues en Temuco, con capacidad para 20 personas cada uno, y una hospedería para 30 personas en situación de calle. Estamos a tope, y aunque trabajamos con todo el esfuerzo para asegurar un refugio digno, ya no tenemos espacio para más gente. La situación es crítica: es probable que sigamos viendo más muertes en la calle por falta de servicios. Eso, sin duda, continúa siendo responsabilidad del Estado de Chile, que es cómplice de estas muertes si no tenemos servicios.
Pedro Urrutia habla con conocimiento de causa. Las cifras de abril 2024 son elocuentes: solo un 13% de quienes viven en la calle accederán a un albergue financiado por MIDESO este invierno. Esto refleja una preocupante brecha del 87% en la atención, un déficit más agudo que en años anteriores, que destaca tanto el aumento de la población en situación de calle como la disminución en la oferta de servicios de alojamiento.
-Esta es una realidad que ningún Gobierno, a nivel transversal, ha querido solucionar de manera definitiva. No puede ser que todos los años, en todos los gobiernos de aquí para atrás, tengamos que estar negociando la apertura de un albergue. Eso debería quedar establecido mediante política pública con presupuesto.
Urrutia también destaca la reducción de los fondos del Ministerio de Desarrollo Social, que en 2024 experimentaron un recorte del 23% respecto al año anterior, exacerbando la ya delicada situación de las personas que viven a la intemperie. “Este año, el Programa Noche Digna sufrió un recorte presupuestario de más de 10 mil millones de pesos. Con ese monto, se podrían haber financiado casi 200 albergues adicionales, cada uno con capacidad para 20 personas durante 120 días. Si hubiésemos contado con estos recursos, probablemente no estaríamos lamentando que, entre 2020 y 2024, ya hayan fallecido 364 personas en situación de calle”, afirma.
– Hablamos de una crisis humanitaria que requiere una solución innovadora y urgente. “Vivienda Primero” es ese cambio de paradigma que hemos estado esperando. Inspirado en el éxito internacional de ‘Housing First’, este programa demuestra que el acceso a una vivienda segura y estable es el primer paso esencial para reintegrar a las personas en la sociedad. Provee no solo un techo, sino un espacio desde donde pueden reconstruir sus vidas con dignidad y seguridad, respaldado por un soporte psicosocial. Para que este esfuerzo tenga éxito a largo plazo, es imperativo que todos —gobierno, empresas y ciudadanos— nos unamos en un esfuerzo colaborativo.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de autoridades y organizaciones, aún no se ha implementado una política pública que solucione de manera fundamental la problemática de las personas en situación de calle en La Araucanía. El programa Vivienda Primero, ya operativo en Santiago, Concepción y Osorno, se destaca como una excepción. Hasta la fecha, ha beneficiado a más de 700 personas, con el 99% de los beneficiarios manteniendo su vivienda asignada y un 75% integrándose exitosamente en sus comunidades.
Además de su compromiso histórico con personas en situación de calle, adultos mayores y niños vulnerados en sus derechos, Hogar de Cristo ha recalibrado su enfoque ante los recientes desafíos o “nuevas pobrezas”, como menciona Pedro. Desde hace más de una década, la organización de Alberto Hurtado también está jugando un rol activo en la respuesta a emergencias naturales exacerbadas por el cambio climático.
-Los aguaceros torrenciales, las sequías devastadoras y los incendios incontrolables, que hemos sufrido son claras manifestaciones de un único fenómeno: el cambio climático que, como suele suceder con todo, afecta con mayor dureza a las personas en situación de pobreza y exclusión social. Esto nos obliga a abordar lo que ahora llamamos “nuevas pobrezas“. Por eso estamos ahí, en el corazón de las catástrofes para apoyar a quienes, por falta de opciones, más sufren estos eventos.
Es así como Hogar de Cristo ha generado campañas de ayuda frente a catástrofes como el terremoto y tsunami de 2010, los incendios en Valparaíso en 2014, y los recientes aluviones en el norte y los mega incendios forestales en el centro y sur del país en 2017 y 2023, en nuestra región. “Esto ha implicado no solo asistencia inmediata sino también fortalecer la capacidad de las comunidades para manejar estas crisis a largo plazo, asegurando que el apoyo se sostengan más allá de las campañas solidarias, los bonos y las viviendas de emergencia que, muchas veces, terminan siendo definitivas”, continúa el líder de Hogar de Cristo.
-En nuestros días, somos testigos de nuevos rostros de la pobreza y la exclusión, que demandan renovar las instituciones que nos hemos dado para atender el bien común. Personas en situación de calle o de discapacidad; familias que viven en campamentos; mujeres víctimas de violencia y abandono; niños, niñas y adolescentes sin el debido cuidado y protección; inmigrantes que han elegido nuestra patria como hogar, con pocas redes y mucho deseo de aportar.
-El Padre Hurtado decía que quien tiene sentido social es lúcido del valor solemne de cada uno de sus actos, privado o público, porque cada una de sus decisiones alegra o daña a alguien. Eso no puede ser más actual, vivimos tiempos de desconfianza justificada dados los casos de corrupción y falta de probidad en los más diversos ámbitos con que nos desayunamos a diario. ¿En qué van las investigaciones del Caso Convenios a un año del escándalo? ¿Pagará alguien? ¿O el caso seguirá dificultando la tarea de las organizaciones que llevamos décadas trabajando por los más necesitados, dando pruebas concretas de experticia, eficiencia y transparencia?