Más de 50 mil personas viven en situación de calle en Chile. Así lo declararon en La Noche del Encuentro. Una actividad organizada por 3xi y Juntos en la Calle que reúne a organizaciones de la sociedad civil, entidades públicas y privadas.
La Noche del Encuentro es una reunión que permite conocer cifras desde quienes están en terreno. Las 50 mil personas mencionadas esa noche superan la cifra oficial que es de casi 21 mil. Pero el Encuentro es también una instancia que invita a conocer la calle desde quienes la viven.
Así fue que llegamos al Albergue Recoleta con Nadia, la jefa de la residencia. Y con Eduardo, beneficiario de Vivienda Primero. Este espacio es una residencia mixta que da techo y comida a veinte personas sólo durante la temporada otoño invierno. Es administrado por la Municipalidad de Recoleta y –tal como ocurre con muchas organizaciones dedicadas al tema– no tiene más recursos para alojarlos todo el año.
Importante aclarar: previo al cierre de la residencia, el equipo los deriva a otros programas o gestiona una vivienda a través del subsidio de arriendo al que tiene acceso cada participante.
El encuentro con los residentes fue en un cálido living comedor.
Ahí conocimos a una pareja: Ana y Daniel. Llevan tantos años juntos que ya ni se acuerdan cuántos son. Se conocieron a través de la mamá de él. “Ella era muy amiga de mi mamá. Yo enviudé y quedé solo. Después la conocí”, dice Daniel.
Su historia tiene una herida profunda: quedaron en la calle tras ser engañados. El hermano de Daniel lo convenció de cederle la herencia de una casa, prometiéndole una mensualidad que nunca llegó.
En la Corporación de Asistencia Judicial les dijeron que no había nada que hacer: la firma está en el documento, y revertirlo es imposible.
Anita y Daniel en el albergue de la Municipalidad de Recoleta.
Está Marión, que dice que se casará el próximo 14 de febrero. Ricardo, que cuenta que está dejando atrás una vida delictual. Y hay una mujer, un poco callada, pero que con los minutos entra en confianza. Le pregunto cómo se llama y contesta: “Déjame que me mire y acordarme cómo me llamo”.
Daniel, que está a mi lado me dice que se le olvidan las cosas. Pero ella refuta: “Se me olvidan las cosas, pero las recupero”. No recuerda bien cuánto tiempo ha vivido en calle, cuatro años, calcula. Pero nos cuenta lo que es vivir en calle.
“Es doloroso estar en la calle como mina”, dice. “No hay dónde bañarse”, agrega Marión. Y se larga a dar más detalles: “Te turnas para dormir. Por ejemplo, si hay varones, ellos se quedan atendiendo, poniendo el ojo, viendo de dónde sale el ruido y la lucecita rara. Para mí fue impresionante ver cuán preocupado están esos hombres del grupo de mujeres que están con ellos. De cómo te tratan, por lo menos yo tuve suerte. Ellos te dicen: Ya hermanita, tranquila, no se preocupe, duerma, duerma. Ya en la mañana están todos cayendo. Ahí las mujeres empiezan a hacer todo el fuego, a sacar las latas del café, ver los vasos que se van a ocupar, los tiestos”.
Hace cinco años entrevistamos a Alejandra. Ella ahonda más en lo que es ser mujer y vivir en la calle:
“El único amigo es el bolsillo lleno. Entre los que vivimos en calle hay pura envidia y veleidad, y todo lo que nos traen, la mayoría lo vende. En mi caso, no. Y aquí tiene la evidencia”, dice, mostrando una radio a pilas roja.
En este video puedes escuchar más.