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Carmen Cabrera: “Siempre hay alguien que necesita más que uno”

10 Octubre 2019 a las 15:06

Lleva 31 años trabajando en la cadena de supermercados y 23 preguntando a los clientes si desean donar parte del vuelto. Conoce la labor del Hogar de Cristo y fue invitada a asistir a la canonización del Padre Hurtado en Italia. Se considera “un puente” para ayudar a otros.

Por Jacqueline Otey A.

“¿Desea donar al Hogar de Cristo?”. Esa es la pregunta que Carmen Cabrera (57), cajera de la cadena Walmart, hace a los clientes desde el año 1996, fecha en que comenzó a funcionar el programa “Ajuste sencillo”, que luego se llamó “Done su vuelto”.

Ambas iniciativas fueron parte de la alianza entre Hogar de Cristo y los supermercados Líder que primero pertenecían a D&S y después continuaron con la compañía internacional Walmart que adquirió la empresa chilena. Hoy el programa “Done su vuelto” sigue vigente, gracias la voluntad de cajeros como Carmen. Ella en su caja ha logrado algunas de las más altas cifras de donaciones, lo que refleja de manera tangible su compromiso con el trabajo social de la fundación.

Reconoce que al comienzo le costaba pedir la donación a las personas que atendía. “Me sentía intimidada, pero con el tiempo me fui soltando y comprendí que lo que pedía no era para mí, sino que yo era un puente para ayudar a otras personas”.

Carmen conoce la labor del Hogar de Cristo, lo que ha influido en su interés por seguir ayudando. “En las visitas que he hecho a los distintos programas, he visto a personas postradas, a mujeres junto a sus hijos que no tienen dónde vivir, a adultos mayores abandonados por sus familias… Eso me conmueve mucho. Lamentablemente, mucha gente no lo ve así”, dice.

Con orgullo, cuenta que asistió a la canonización del Padre Alberto Hurtado en Roma el año 2005. “La antigua administración invitó a más de 100 colaboradores y yo estuve en ese grupo. Ese fue un premio al esfuerzo”. Recuerda que hace 15 años la gente donaba de manera constante, pero desde hace unos 7 ya no es lo mismo. “La gente cambió, hoy está mucho más escéptica y desconfiada. Dudan sobre hacia dónde van los recursos, sin embargo, yo les sigo preguntando a los clientes si desean donar porque siempre habrá alguien que necesita más que uno y una negativa no me va a desalentar. Muchos no quieren donar porque piensan que la empresa rebaja impuestos con eso, lo que no es así. Y también porque en todos los comercios piden donar por alguna otra causa”.

Carmen comenta que de las mil personas diarias que atiende en su caja, sólo 10 donan. “Eso corresponde al uno por ciento. Antes eran casi todos, el ciento por ciento. Por eso es tan importante seguir haciendo la pregunta y estimulando la donación. Yo misma me involucro y dono de mi sueldo y cuando compro en caja también lo hago”.

 

 

Nadar contra la corriente

Marta Valdebenito (45) es administradora de empresa y trabaja desde hace 23 años en el Hogar de Cristo. Los últimos cinco ha sido en el programa “Done su vuelto”. Su labor es capacitar y motivar a las cajeras y cajeros de Walmart en todas las regiones del país, para que conozcan el trabajo que realiza la fundación y, lo más importante, a quiénes y cómo beneficia el aporte de la donación.

Destaca que este programa depende de personas con una voluntad. “Soy una agradecida de cada uno de ellos, porque hacen una tremenda labor de solidaridad”.

Sin embargo, señala que este programa es como nadar contra la corriente, porque del ciento por ciento de los cajeros, sólo un 60 por ciento mantiene la petición en el tiempo. “Por eso constantemente hay que visitarlos para volver a sensibilizarlos sobre la labor que hace la fundación y el destino que tienen las donaciones. Hay que seguir adelante para que la obra del padre Hurtado se mantenga. Por mi parte siempre me he sentido orgullosa de trabajar aquí y hacer esta labor”.

Para reactivar la iniciativa “Done su vuelto” propone generar nuevos espacios para que las cajeras y los cajeros conozcan en terreno el trabajo del Hogar de Cristo y se empapen de la obra que nació hace ya 75 años. “Antes invitábamos a dos cajeros por local, los capacitábamos y luego los llevábamos a conocer la fundación. Para ellos esa experiencia era transformadora. Retomar esa actividad sería hoy un gran apoyo”.

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