Main Donate Form

$ 0

Cuatro años de Vivienda Primero:

540 personas dejaron la calle y hoy viven bajo un techo digno

Este revolucionario programa social ha entregado un hogar y apoyo sicosocial a más de 500 personas mayores de 50 años en Chile, que vivieron en situación de calle por largo tiempo. En su cuarto aniversario, un balance preliminar demuestra que es mucho más costo-efectivo que los albergues para impulsar trayectorias de inclusión y superación de la pobreza.

Por María Teresa Villafrade

14 Abril 2023 a las 21:12

“De aquí no me sacan ni muerto”, dijo Mario Carreño, el primer habitante de Vivienda Primero, cuando le dieron las llaves de la flamante casa en calle Ruiz-Tagle, comuna de Estación Central, donde vivió tranquilo y seguro hasta su repentina muerte en enero de 2023 a causa de un paro cardíaco.

“Antes de que me sacaran de allá, yo dormía en el hospital. Tenía una cama con cuatro patas, de esas que se llaman sillas; ahí dormía”, contó en 2019 quien fuera el primer beneficiado del innovador programa que entrega, sin condiciones, una vivienda a personas mayores de 50 años que han estado en situación de calle. En el caso de él, fueron ocho años de indignidad y zozobra.

Mario Carreño, el primer habitante de Vivienda Primero.

Mario Carreño pudo vivir y morir tranquilo, bajo un techo seguro, gracias a este programa impulsado por el Ministerio de Desarrollo Social y Familias (MDSF) en convenio con el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo (MINVU). Y operado por Hogar de Cristo y otras fundaciones en cinco regiones del país.

Se trata de un proyecto pionero en Chile y Latinoamérica, que nació en Estados Unidos como Housing First y siguió luego en Europa. Sus resultados son mucho mejores que otras medidas paliativas, como albergues y rutas calle.

Francisca Gallegos Jefa de la División de Promoción y Protección Social, del Ministerio de Desarrollo Social y Familias, señala: “Estamos muy satisfechos con los resultados positivos del programa pues es la herramienta más efectiva que tenemos como Estado para terminar con la situación de calle en el grupo más crónico de la población que son las personas mayores con larga trayectoria en la calle”.

-¿Qué aspectos son los que más destacas?

Desde hace décadas, las organizaciones sociales y la ciudadanía venían pidiendo una solución concreta y con este programa hemos logrado que la tasa de retención de la vivienda es de más del 80 por ciento, es decir que de las personas que ingresan, al menos 8 de cada 10 permanece en la vivienda; el noventa y seis por ciento de los participantes mejoran sus indicadores en relación con la autopercepción de salud, bienestar subjetivo y el fortalecimiento de las AVD y, además, el ochenta por ciento mejora sus niveles en los ámbitos de empleabilidad, autoestima, seguridad ontológica, recuperación, apropiación de la vivienda y victimización.

UN PROBLEMA QUE CRECE

De las 540 personas que en este momento están en el programa, Hogar de Cristo tiene a su cargo 118 personas distribuidas en 60 viviendas de las regiones Metropolitana, Valparaíso y Los Lagos.

“Durante el gobierno de Piñera, la Oficina Calle a cargo de Karina Soto, impulsó con mucho tesón Vivienda Primero. Tanto que nuestro país se comprometió con el Institute of Global Homelessness (IGH) a reducir en número las personas mayores en situación de calle”, señala Andrés Millar, director técnico de Inclusión Personas en Situación Calle de Hogar de Cristo.

De ahí que Vivienda Primero fuera la estrategia clave para alcanzar la meta ya que va dirigido a personas de más edad y con más historial de calle.

La primera mujer que llegó a Vivienda Primero tras vivir en situación de calle.

Según las estadísticas del Ministerio de Desarrollo Social, Chile tiene la más alta permanencia de personas en calle: el 31% de ellas pasa en promedio seis años y más en esta situación.

Si antes oficialmente se estimaba que cerca de 19 mil personas vivían en situación de calle en nuestro país, hoy la cifra ha aumentado de la mano de la explosiva migración y junto con ella, la proporción de personas mayores, familias y niños en estas lamentables condiciones.

Según las estadísticas de TECHO, hoy son 19 mil familias las que están viviendo en la calle. En cuanto a personas mayores, Andrés Millar cree que por lo bajo deben haber unas cinco mil.

“Vivienda Primero tiene solo 547 cupos, estamos muy lejos. Aunque creo que este programa no debiera ser la única alternativa para solucionarlo: también están los albergues, las viviendas tuteladas, en comodato, subsidio de arriendo para personas mayores, las casas de acogida…”, agrega Millar.

Lamentablemente, si bien el problema crece, los presupuestos no. Este año, el destinado a Vivienda Primero es de 28 mil millones de pesos, sin reajuste de IPC, pero es superior al del programa Noche Digna que sufrió recortes.

“El Estado tiene muchas prioridades y el presupuesto es estrecho. Desgraciadamente, algunos crecen en función de la presión ciudadana y hoy la demanda está enfocada en más seguridad. Cada vez que los Estados se hacen eco de estas demandas, los más perjudicados son los más pobres y, en especial, los que no tienen presupuesto definido por ley”, explica el director técnico de Hogar de Cristo.

Lo bueno, agrega, fue que el año pasado, se logró que el Ministerio de Vivienda hiciera propio el programa, estipulando la glosa 3Ñ, “que aprueba un presupuesto para generar soluciones habitacionales para personas en situación calle. Esto también es histórico”.

RESPETO ANTES QUE NADA

La trabajadora social, Tamara Elgueta, coordinadora de Vivienda Primero en la Región Metropolitana de Hogar de Cristo, ha sido testigo de casos de superación que la llenan de orgullo.

“Hemos tenido procesos de adherencia muy exitosos. Yo destaco que esto ocurre porque se respetan los procesos individuales; algunos han necesitado de un año para adaptarse a su vivienda. Y esto es importante porque si tienen recaídas en sus problemas de consumo, por ejemplo, el contar con su casa les ayuda a superar esos patrones”, explica.

Mabel Correa (56) vive hace tres años en su departamento de calle Serrano y llegó derivada del programa calle de la Municipalidad de Estación Central.

Tamara Elgueta sostiene torta de cumpleaños de Mabel Correa.

“Yo antes dormía en la posta de Cerro Navia”, reconoce. Más que nada por problemas familiares. Quedó sola a los 15 años y sufrió de abuso sexual. Sólo estudió hasta primero básico. A los 16 años se casó, pero su marido resultó drogadicto. De sus 10 hermanos, hoy retomó contacto con dos hermanas menores.

“Trabajé de nana toda mi vida, no tuve hijos pero crié uno ajeno que ahora tiene 40 años. Su mamá y él me vienen a ver a veces y toman once conmigo”, cuenta agradecida de contar con una vivienda donde poder recibirlos.

Historias como la de Mabel se repiten una y otra vez. Personas de origen muy humilde, escasamente escolarizadas, con trabajos precarios y que llegan a la vejez sin redes de apoyo ni recursos.

MEA CULPA

De acuerdo a un estudio conjunto realizado por el Ministerio de Desarrollo Social y Hacienda, tener un hogar, ya sea individual o compartido, es la solución más costo-efectiva. Una persona en situación de calle tiene un costo anual estimado para el Estado chileno de 14 millones de pesos, en tanto que una persona en el programa Vivienda Primero cuesta 6 millones de pesos anuales.

“Además, midieron el costo de una persona en albergue, y ese es prácticamente el mismo que una persona en Vivienda Primero y mira la diferencia entre ambos. Hay 20 albergues funcionando hoy, con cerca de 400 personas, pero esas cumplen una función para quienes aún no se adaptan a vivir en vivienda solas”, agrega Andrés Millar.

Francisca Gallegos coincide: “El costo per cápita diario de este programa es cercano a los 20 mil pesos, tarifa que es igual al financiamiento diario de los albergues. Por lo tanto, esta solución es costo efectiva pues representa una salida permanente para esta población que no tiene espacio en otros programas. La proyección es crecer junto al Ministerio de Vivienda ya que existe un convenio que permite proyectar esta oferta en el marco de la nueva política nacional de calle que está preparando el gobierno”.

Para Andrés Millar es necesario que el Estado ofrezca distintas alternativas: “Nos pasa con las casas de acogida, tenemos cuatro en Santiago y otra en Concepción. Deben ser 140 personas mayores en casas de acogida y cada vez que les ofrecemos ingresar a Vivienda Primero, ellos no quieren, les da miedo ir a vivir solos, les gusta vivir así, que les hagan las cosas, son historias de mayor institucionalización y en eso tenemos que hacer un mea culpa”.

Lo concreto es que, a cuatro años de su implementación, Vivienda Primero llegó para quedarse. Francisca Gallegos, ratifica: “Estamos trabajando junto a MINVU para proyectar esta solución para llegar a más regiones dado los buenos resultados del programa en conjunto con algunos municipios y organizaciones sociales del país”.

Si te importa que este programa prospere y se extienda a más personas, dona aquí. 

Cerrar
SOAP