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Descubre los porqué tras el consumo problemático de drogas

El consumo problemático de alcohol y otras drogas tiene múltiples causas. Según la evidencia, quienes han vivido una serie de traumas desde la infancia, como violencia intrafamiliar y abusos, tienen más probabilidades de ver en las sustancias lícitas y/o ilícitas una solución y un escape. En esta nota te contamos sobre esas raíces desde la voz de personas que han participado en los programas de tratamiento del Hogar de Cristo.

Por María Luisa Galán

8 Febrero 2022 a las 08:06

“Adicto, drogadicto, pastabasero, volado, angustiado, marihuanero son sustantivos profundamente descalificatorios. Lo mismo que el calificativo alcohólico. Aplica similar criterio a los términos drogadicción y alcoholismo”, se lee en el Glosario para comunicar sin discriminar que publicó el Hogar de Cristo en 2021 y que engloba una serie de ‘usted no lo diga’. ¿Por qué? Porque quienes se encuentran en una situación de consumo problemático de drogas lo que menos necesitan es que se los apunte y lo enjuicie; y que, antes de ver a la persona, reparen en un estado transitorio, que bien tratado, es reversible.

Imagen referencial

Según las historias de quienes realizan su tratamiento en nuestros programas, su ingesta comenzó luego de una serie de traumas. Abandono parental, violación, violencia intrafamiliar, pobreza, trabajo infantil, entre otras inimaginables. A veces es todo esto junto, lo que -sin duda- marca profundamente sus vidas.

En 1992, José Alvarado tuvo un accidente automovilístico en Concepción. Tenía 25 años y un auspicioso futuro en el mundo del fútbol, pero el incidente truncó todo y, cuento corto, se dedicó a ser vendedor ambulante. “Mi tranca era no poder volver a ser el mismo de antes. Me refugié en eso, en el consumo de la marihuana y eso me hizo mal, me atrapó. Hice sufrir a mi papá, sobre todo a mi mamá que vive conmigo”.

Génesis, es otro caso. Hace unos años, relató. “Caí en el consumo, a los 17, cuando murió mi madre; ahí empecé a desbordarme. Yo soy la hija del medio y la única mujer de mi familia. Nosotros crecimos siendo insultados por un padre alcohólico, nos criamos convencidos de que éramos tontos. A mí lo más suave que me decía era maraca culiá, lo mismo a mi mamá, que murió a los 41 años de un paro respiratorio. Vivíamos en El Cortijo”.

José Muñoz comenzó luego de una decepción amorosa. “Para olvidar busqué el camino más fácil. La droga te mata los sentimientos. No te deja sentir. Sabía que tenía un problema pero no quería decir que estaba tan mal. Me decían: ‘Cómo no vas a poder dejar esa cuestión’. Es que no puedo, les decía. La gente te discrimina. Dice: ‘Ahí va el drogadicto, pero no ven más allá, el sufrimiento que pasó uno”, dijo en una entrevista hecha en TVN.

La historia de Yaritza Meza con las drogas comenzó a los 14 años, a consecuencia de un prematuro mal amor. Eso generó en ella una depresión que la hizo, poco a poco, ingresar al mundo del consumo de pastillas y drogas. “La verdad es que uno a esa edad no sabe enfrentar las cosas. Se supone que en esa persona yo encontraba el amor y el cariño que en mi casa o en mi entorno no estaba. Por eso, al descubrir que él me engañaba con otra, tomé la decisión de casi liquidarme, tomándome todo lo que encontré en pastillas. Engañaba a mi mamá para conseguir dinero para comprar pastillas o marihuana. Inventaba eventos, completadas o materiales para el colegio como forma de conseguir algo de dinero para luego hacer la cimarra para ir a consumir y olvidar mis problemas”, dice, hoy completamente recuperada.

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Carolina Astudillo inició su consumo a sus 23 años, con su pareja. Hasta ese entonces no conocía nada de drogas ni alcohol. “Siempre consumí con él, era el único medio para comunicarnos, porque, cuando se drogaba, su estado cambiaba, se relajaba y, en mi inocencia, seguí el juego, pero después fue una pesadilla”, contó.

Sobre la estigmatización, dice: “Que no enjuicien tanto, que sean más empáticos. Que se pongan en el corazón y en los zapatos del otro, que no apunten con el dedo, porque esto le puede pasar a cualquiera, desde el más rico al más pobre. Somos todos seres humanos, aquí no hay clases sociales, aquí habemos personas que sentimos, lloramos, tenemos penas y alegrías. Sólo que nos han tocado situaciones y suertes distintas”.

Te invitamos a que visites nuestro sitio web y redes sociales para empatizar y conocer las historias de quienes participan en los programas del Hogar de Cristo a nivel nacional.

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