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Héctor Ulloa “El Charro”: La voz de los sin voz

Conocido como El Charro por su afición a cantar rancheras mexicanas, es rostro de “Yo confío”, la campaña de Hogar de Cristo en Megamedia. Junto a Magdalena Müller, aparece para invitar a la comunidad a hacerse socios. Héctor es un símbolo vivo de transformación y esperanza para muchos que han vivido la dureza de la calle.
Por María Teresa Villafrade
Octubre 10, 2025

Héctor Ulloa (66) “El Charro”, no solo ha conquistado escenarios improvisados en la calle: también ha brillado en la pantalla. Su carisma y su historia de superación lo han llevado a participar en programas de televisión, donde cautivó al público con su autenticidad, su voz potente y su sonrisa franca.

Ante las cámaras, Héctor se muestra tal como es: un hombre agradecido, sensible y lleno de fuerza, que no teme contar cómo fue dejar atrás la calle para comenzar una nueva vida gracias al acompañamiento del Hogar de Cristo y del programa Vivienda Primero, financiado por el Ministerio de Desarrollo Social.

En cada aparición, su presencia recuerda que detrás de cada historia de exclusión hay una persona con talento, sueños y una dignidad que merece ser reconocida.

Hoy, El Charro es también rostro de la campaña “Yo Confío” del Hogar de Cristo, emitida por Megamedia, a través de sus distintos canales de comunicación, tanto en radio como en televisión, web y redes sociales.

Junto a Petronila Aravena y a Javiera Torres, también participantes de programas sociales de la fundación, conformaron el trío que aparece acompañando a los actores Francisco Melo, Paola Volpato, Nicolás Oyarzún y Magdalena Müller en sus claros mensajes a confiar en el Hogar de Cristo.

VECINO FAMOSO

Héctor Ulloa se siente contento y halagado de aparecer junto a la joven actriz Magdalena Müller. “Una bellísima persona, muy simpática, conversamos poquito, eso sí” dice. Confiesa que se sintió a sus anchas frente a los flashes y las cámaras en el estudio del barrio Matta donde grabaron la campaña. “Ya he estado en varios programas así que me he acostumbrado. Pero igual siempre me emociona participar. Al Hogar de Cristo le digo que puede contar conmigo siempre”.

Admite que ha notado en él un cambio al mirarse en la televisión estas semanas: “Me veo distinto, más alegre y confiado”. Y, además, se siente realizado de que en su condominio lo saluden y lo reconozcan.

“Esta mañana una vecina me dijo que me había visto en la tele y que estoy muy famoso”, señala riendo. “Salgo a cada rato”, agrega sonriente.

Con todo el ánimo pese a que está esperando que le llamen para operarse de una hernia lumbar, Héctor representa a miles de personas que, con apoyo y respeto, pueden volver a ponerse de pie. Su historia emociona, inspira y reafirma que la solidaridad no es un gesto, sino una forma profunda de creer en el otro.

SIETE AÑOS EN CALLE

Durante siete años, Héctor vivió en la calle, enfrentando frío, hambre y el dolor de la invisibilidad. En ese tiempo perdió no solo su morada, sino vínculos fundamentales con sus hijas e identidad personal. Pero la música, que había sido su compañía desde niño, nunca le abandonó. Fue cantando rancheras en micros o esquinas que comenzó a construir un nombre. Ese nombre, “El Charro”, no era solo un apodo, sino una expresión de orgullo, un reflejo de quién era Héctor en su vocación más íntima.

Héctor Ulloa, El charro, se desplaza durante la grabación de la campaña en su burrito. Una hernia lumbar lo obliga a operarse.

Cuando ingresó al programa Vivienda Primero –que entrega viviendas sin exigir condiciones previas y con apoyo psicosocial– su vida cambió radicalmente. Recibir las llaves de su departamento en Independencia significó, para él, mucho más que un lugar donde dormir: fue el retorno a un espacio propio, un punto de partida para reconstruir sueños rotos.

Su testimonio ha cruzado el ámbito social y también político. Hace unos meses, durante un evento organizado por el Hogar de Cristo frente a candidatos presidenciales, Héctor se dirigió a ellos con elocuencia. Con voz quebrada, relató los años en la calle, la soledad y el desamparo, y cómo gracias a Vivienda Primero logró recuperar afectos, contacto con sus seres queridos y dignidad.

En su intervención, instó a los seis aspirantes a la presidencia presentes a comprender que muchos ancianos que viven en la calle necesitan más que refugio momentáneo: requieren un lugar seguro para vivir sus últimos años con dignidad.

Héctor jamás ha renunciado a la música pero igual debe trabajar en distintos oficios para ganarse su sustento, ya sea como jardinero o albañil.

Una aspiración concreta sigue viva en su voz: tener su traje de charro. Ése que lo identifica, que encarna su nombre artístico y su esencia como intérprete de rancheras. Héctor ha relatado que le prometieron uno durante apariciones televisivas, pero nunca fue cumplido. Hoy, ese traje cuesta cerca de 300 mil pesos chilenos, un monto difícil de reunir.

Y sabemos que los tiempos no son fáciles. Por lo mismo no dudó en aceptar participar en la campaña para Hogar de Cristo “Yo confío”. “Es lo menos que puedo hacer por una institución que me ha permitido volver a alzar mi voz”.

La voz de los sin voz.

Y tú ¿confías como El Charro en el Hogar de Cristo? Te invitamos a sumarte como socio(a).