Callcenter: 600 570 8000Hogar de Cristo 3812, Estación Central, Santiago
Donar

Nicolás quiere seguir estudiando: Pero hoy su urgencia es trabajar

Tiene 23 años, terminó cuarto medio contra todo pronóstico y sueña con capacitarse para mejorar su futuro. Hoy, la enfermedad de su madre, una mudanza forzada y la precariedad laboral lo obligan a postergar sus estudios, sin perder la fe ni las ganas de salir adelante.
Por María Teresa Villafrade Foncea
Diciembre 30, 2025

El caso de Nicolás Rondón (23) no es distinto al de miles de jóvenes que ven truncadas sus posibilidades de seguir estudiando cuando una crisis familiar los empuja a asumir responsabilidades de adultos demasiado pronto.

Aun así, él no se rinde. Sigue creyendo que podrá volver a capacitarse y mejorar sus ingresos para construir una vida más digna.

Vive solo con su madre, Patricia Sepúlveda, quien debió dejar de trabajar tras sufrir una doble fractura de tobillo. Nicolás, que egresó de cuarto medio en la Escuela Betania de Súmate, en La Granja, había comenzado un curso Sence de paneles solares. Eran seis meses de formación, pero solo pudo completar dos.

“Siempre he trabajado y estudiado, pero se me hizo cuesta arriba cuando mi mamá se fracturó”, cuenta con honestidad.

A eso se sumó una mudanza forzada: debieron dejar la casa donde vivían en San Ramón y trasladarse a La Pintana. “Todo me queda ahora a más de una hora”, dice. Como si fuera poco, hace poco le robaron el celular, por lo que hoy depende del teléfono de su mamá para comunicarse.

UNA HISTORIA DE ESFUERZO

Conocimos a Nicolás en su graduación de enseñanza media, a fines de 2024. Entre los 75 jóvenes que egresaron del Betania, fue imposible no verlo: con casi un metro noventa de estatura, levantó su diploma con orgullo. Él sabe que cada paso le ha costado el doble.

En ese entonces ya trabajaba como guardia de seguridad nocturno y estudiaba de día.
“Me saqué la cresta, tomaba todos los turnos extra que podía para poder seguir estudiando”, recordó.

Su madre, Patricia, lo miraba emocionada: “Estoy muy orgullosa de él. Somos los dos solitos, soy su mapapá, como él me dice”.

Nicolás en el día de su graduación de enseñanza media en el colegio Betania a fines de 2024, junto a su madre (a la izquierda) y una amiga de la familia.

El 2025 se asomaba prometedor. Nicolás se había inscrito en un curso de ecoenergía impartido por la Fundación de Formación para el Trabajo Romanos XII. Aprendía de paneles solares, electricidad, soldadura y gasfitería. Era gratuito y quedaba cerca del colegio Betania. Todo parecía alinearse.

Pero la fractura de su madre y el cambio de comuna lo cambiaron todo.
“Se me hizo muy difícil continuar. Solo en movilización se me iba mucho tiempo y plata”, explica.

Hoy vive en La Pintana, en un sector donde después de las 11 de la noche prácticamente no hay locomoción. Trabaja como guardia de seguridad en un centro deportivo a más de una hora de su casa. Gana el sueldo mínimo y, con algunos turnos extra, logra estirar el mes. “Pago las cuentas y vamos batallando”, dice, sin dramatizar.

SE TIENE FE

A pesar de todo, Nicolás no pierde la esperanza. Sabe que su trabajo es transitorio y que vendrán tiempos mejores.

“Me tengo fe. Esto de ser guardia es por ahora. Quiero postular a Paz Ciudadana, donde pagan mejor. Tengo el porte y los cursos”, afirma con convicción.

Reconoce que ya casi no ve a sus ex compañeros de colegio. Solo mantiene contacto con su profesora Teresa Vásquez, de Banquetería. “La ayudé con la graduación de este año, y ahora que no tengo celular tendré que ir a verla para retomar el contacto”, cuenta.

Generoso como pocos, Nicolás (al centro, fila superior) ayudó en la graduación 2025 de su colegio junto a su profesora de Banquetería, Teresa Vásquez.

Antes de despedirse, hace una petición que retrata su forma de mirar el mundo:
“Quiero ser voluntario en alguno de los programas que tienen. Me interesa ayudar al prójimo. Con los incendios que siempre vienen, se pierde todo… y eso es lo peor que le puede pasar a una persona”.

Un joven que, aun cargando dificultades que no le corresponden, sigue pensando en los demás.

En Fundación Súmate del Hogar de Cristo acompañamos a jóvenes entre 14 y 21 años que arrastran 1 o más años de rezago escolar o que dejaron el sistema educativo. Si quieres estudiar en alguno de nuestros colegios 2×1, inscríbete AQUÍ