y ahora cumplirá el sueño de convertirse en peluquero
Tras vivir 6 meses en situación de calle y sufrir de consumo problemático de alcohol y drogas, Daniel Pino cumplirá su sueño de estudiar para convertirse en un profesional de la belleza capilar.
Por Daniela Calderón P.
10 Enero 2020 a las
09:39
Fue hace solo cuatro meses que Daniel Pino (32) decidió dar un cambio rotundo a su vida. Tras haber vivido en situación de calle y llevar toda una vida tratando de superar el consumo problemático de drogas, dijo basta y se internó de forma voluntaria en el Programa Terapéutico Residencial que Hogar de Cristo mantiene en la comuna de La Pintana, que se especializa en tratar a hombres que sufren de consumo problemático de alcohol y otras drogas.
“Me crié solo con mis abuelos y cuando él falleció tuve un golpe tan potente que la cocaína ya no me hacía el efecto que buscaba y decidí probar la pasta base. Por culpa de la droga perdí todo: auto, moto, empresa de seguridad. Incluso mi socio me estafó, lo que gatilló aún más mi depresión. Empecé a tener discusiones con la mamá de mis hijos y decidí irme para que los niños no vieran ese tipo de discusiones que me recordaban mucho a lo que viví en mi infancia cuando fui maltratado física y psicológicamente por mis tíos y mi abuela. Para no darles el mismo ejemplo de violencia que viví de chico, decidí irme a la calle”, confiesa, emocionado.
Para Daniel, como para todos, llegar a la vida de calle no fue una opción, sino la única mala salida que encontró a sus problemas. Al impacto de dormir a la intemperie, la dificultad para conseguir comida y la soledad, se sumaba un tema primordial para él: el aseo y la presentación personal. Este amante autodidacta de la peluquería y la barbería luchaba a diario por que la calle no le ganara a su amor por verse y lucir impecable. “Siempre tuve las ganas de ser peluquero y dedicarme a eso, pero dentro de toda la pesadilla y en el infierno en el que estaba no lo podía concretar. Por eso, cuando viví en calle jamás hubo un día en que no me bañara. Siempre me cortaba el pelo, siempre andaba ordenado, tenía perfume y desodorante. Para mí no había ninguna relación entre vivir en calle y estar en consumo para no asearme”.
El amor de Daniel por la peluquería nació en 2006 cuando ingresó al servicio militar y se vio obligado a arreglar algunos errores que las tijeras dejaron en las cabezas de sus compañeros. “Cuando nos cortaban el pelo siempre quedábamos macheteados. Un compañero tenía una máquina y empecé a practicar con mis compañeros. Partí con lo que se llama el desvellado. Después agarré las tijeras y les cortaba las puntas a mi hermana y a un primo, que es crespo. A él le hacía degradado y le emparejaba los rulos”.
El vocabulario técnico de peluquería que Daniel utiliza y que fue adquiriendo gracias a su gran interés en el tema, dio frutos inesperados hace algunos días. Fue tras la visita de un equipo de peluqueros y barberos, que se acercaron al Programa Terapéutico para entregar sus servicios de forma voluntaria, que Daniel recibió una noticia que cambiaría su vida. Emocionados con su historia de esfuerzo los profesionales de la “Academia Revolution” decidieron regalarle a Daniel un curso completo e intensivo de Peluquería y Barbería para que inicie su propio negocio una vez finalizado el proceso de rehabilitación. “Es un sueño dedicarme ciento por ciento a la peluquería. Me faltaba aprender técnicas para cortar con navaja y gracias a este curso lo voy a lograr. Me encantaría poder hacer diseños y por eso es que quiero estudiar. Los chicos de la Academia me motivaron para que me convierta en barbero. Desde que entré al programa pude descubrir qué era lo que me faltaba para ser feliz. Aprendí a dar vuelta la página, a asumir que los problemas están, pero pasan y hay que seguir adelante. Estoy contento, he recuperado a mis hijos y ahora me voy a convertir en lo que siempre soñé”.
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