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Juan Cristóbal Beytía: “Prefiero los coros a los solistas”

El flamante superior provincial de la Compañía de Jesús en Chile admira el protagonismo de su colega ingeniero, el cardenal Fernando Chomali. Pero reconoce que su estilo es otro. Aquí habla con simpleza y honestidad del rol de los jesuitas en el Chile de hoy y de la Cartografía Social 2024, un mapa de la pobreza que presentarán el 26 de agosto.
Por Ximena Torres Cautivo
Agosto 21, 2025

-Siendo súper franco, nunca la Compañía me ha mandado donde yo quería.

-O sea, ¿te ha estado castigando?

-Sí, he sido un poquito castigado -dice el flamante superior provincial de los jesuitas en Chile, el ingeniero Juan Cristóbal Beytía (53), que antes fue director de la revista Mensaje. Y antes de eso, dirigió Techo-Chile, después de haber sido presidente de la Oficina de Planificación y Seguimiento Apostólico de la Compañía de Jesús, previo paso como asesor de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) en Santiago. 

Repasadas sus funciones, él mismo insiste en que nunca quiso estar donde lo mandaron: “He sido un poquito castigado, pero soy obediente. Y tengo que decir que Dios ha sido fiel conmigo, porque en los lugares donde he estado, lo he pasado muy bien. Y creo que lo he hecho bien también”. 

Elemental, Watson, es no deducir que Beytía no quería ser el superior provincial de los jesuitas. Pero aquí lo tenemos. Designado desde el 7 de junio pasado en el cargo por Arturo Sosa, el sacerdote venezolano que es la autoridad máxima de una orden religiosa tan poderosa como polémica. 

Juan Cristóbal Beytía, el flamante superior provincial de los jesuitas en Chile.

-¿Cuál es la función del superior provincial? 

-Preocuparse de todos los jesuitas de Chile. Orientar su formación. Y a los que ya están formados darles una tarea, ubicarlos en una comunidad para que puedan ir realizando la misión que tiene la Compañía de Jesús en la provincia de Chile, que es un territorio. Y también está el ocuparse de los jesuitas mayores. En suma, formación, salud, destino, son cosas muy relevantes.

-¿Una tarea de padre?

-Un deber de padre, de profesor, de hermano. De hacer el match entre los intereses y capacidades de cada uno y las necesidades del trabajo ministerial que hacemos los jesuitas. Uno trata de ajustar los intereses y capacidades con las necesidades que ve afuera. A veces eso sucede, otras veces no. Entonces hay que hacer un poco malabares para lograr que las cosas calcen lo mejor posible. 

-También está el dar la cara frente a la sociedad, tarea compleja para tu antecesor, Gabriel Roblero, por los escándalos de abusos de poder y sexuales que han involucrado a jesuitas. ¿Crees que esas sombras se están disipando, que te toca un tiempo un poco más fácil?

-Efectivamente, los dos provinciales anteriores, que son Cristián del Campo y Gabriel Roblero, tuvieron que enfrentar situaciones muy complejas. Enfrentarlas y también instalar una institucionalidad que evite que estas situaciones se repitan en el futuro. Ese ha sido un trabajo muy sostenido, primero por Cristián y después por Gabriel. A mí me toca un momento en que las cosas parecen estar más calmas. Pero seré el responsable y tendré que dar la cara si procede.

EL DESPEÑADERO TOTAL

Juan Cristóbal Beytía asume que este dar la cara si algo surge, involucra no sólo a la Compañía de Jesús y a los sacerdotes, sino a todos quienes son instituciones bajo la responsabilidad de la orden. Esto involucra colegios, Universidad Alberto Hurtado y a todas las obras sociales vinculadas a los jesuitas: Techo, Servicio Jesuita al Migrante (SJM), Fundación Licán, Infocap, Súmate, Centro Vives, el Hogar de Cristo y otras. “Debemos velar porque todas sean instituciones seguras para todos. Particularmente, para niños, niñas y adolescentes, y también para las personas que trabajan con nosotros”. 

-Habiendo hecho los aprendizajes, estamos inaugurando un modo de relación diferente, que debe ser efectivamente muy cuidadoso y respetuoso. En una sociedad que ha cambiado tanto, los criterios también mutan. Un ejemplo: ¿cómo se hace acompañamiento espiritual, que es una cosa tan privada, tan íntima? Son temas súper delicados. Ese acompañamiento hay que aprender a hacerlo de manera segura para quien guía y para el que es guiado, poniendo en el centro el bien de la persona. Esto importa porque se da en el trabajo que hacemos en colegios y parroquias con niños y jóvenes. Una alternativa habría sido hacernos un lado y no meternos nunca más en ese terreno, pero esa no es la solución. 

-Leyendo el libro de Ortega e Insunza sobre Enrique Correa me topé con una frase que él le dice a la periodista Andrea Lagos a propósito del caso Karadima, indicando que el siguiente sacerdote en caer sería progresista. “Botar a un jesuita vale por dos”, les habría advertido Correa, el poderoso ministro de Aylwin, a sus amigos de la Compañía de Jesús. ¿Crees que eso es así, que hay una suerte de mala onda contra los jesuitas?

-No me atrevería a decir que haya una regla distinta para valorarnos a nosotros. Sí creo que si alguien ha cometido un delito, debe ser sancionado, sea jesuita, diocesano o laico. De eso no tengo ninguna duda. Es lo que se debe hacer y lo que garantiza que podamos volver a ser una institución confiable. Hablo de la Compañía de Jesús y de la Iglesia en general. 

Reconoce que la Compañía de Jesús siempre se ha caracterizado por tener poder, recursos y a gente intelectualmente muy bien formada entre sus filas, muy privilegiada.

-Eso genera mucho mono, mucha animadversión, ¿percibes ese sentimiento?

-Eso habla de envidia. 

-Claro, de algo tan humano como la envidia. 

-Que sea humana no significa que la envidia sea buena. Lo que más me preocupa de esto es si nosotros, los jesuitas, hemos ido generando esa imagen. Esa imagen de que nos gusta el poder y estar al lado de los que tienen plata. Eso me parece delicado y es algo que debemos revisar. San Ignacio de Loyola fue claro en los ejercicios espirituales que hacemos año tras año al señalar que el camino de la perdición comienza con el deseo de riqueza. Eso de a poco se va transformando en vanidad y finalmente termina en soberbia.

Y, de ahí en adelante, todo es caer. El despeñadero total. 

MUCHO TIEMPO ACHUNCHADOS

Juan Cristóbal Beytía en su rol anterior: director de revista Mensaje, presentando otro libro, el año pasado.

-El liderazgo que está encarnando el cardenal Fernando Chomali es mucho más frontal, directo, moderno. ¿Cómo conversa eso con tu forma de liderazgo?

-Con el cardenal nos conocemos, somos colegas en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica. Él estuvo en la comisión que revisó mi tesis de magíster. Le tengo cariño y creo que está haciendo algo muy importante, que es poner la presencia de la Iglesia en el discurso público. Eso me parece muy valioso. Pero yo no tengo ese carisma. No es lo que quiero para mí. Yo me rehúso a estas entrevistas…

-Gracias entonces por darnos esta entrevista…

Se ríe, y aclara: “Si es necesario darlas, las daré. Si puedo representar una voz de la Iglesia, lo haré”.

-¿Por qué tan reacio a lo público?

-A mí me gustan más los coros que los solistas. Yo esperaría que los jesuitas pudiéramos tener una presencia más coral que tan protagónica. Esto justamente por lo que te decía antes. Miro el protagonismo con distancia porque de ahí a la vanidad y a la soberbia, hay un paso. 

-Pero la Iglesia estuvo mucho tiempo como arrinconada, como achunchada, y Chomali aparece con vitalidad, defendiendo posturas con convicción. Frente a la crisis de confianza, credibilidad, honestidad, esa actitud destaca. 

-Sí, es súper importante esa convicción del cardenal. Porque la iglesia tiene una doctrina muy valiosa que debe ponerse en el discurso público. No con la soberbia y la pretensión de “ésta es la única perspectiva posible”, sino con afán de diálogo. Eso el cardenal lo hace bien. Pone los temas y dice en la Iglesia Católica pensamos de esta manera, con esta dirección, éste es nuestro aporte a la conversación. 

Vuelve al tema de los abusos de poder y sexuales y admite: “Eso nos puso también en una posición más humilde. Vimos nuestra falibilidad. Eso nos complicó, nos golpeó, nos achunchó. Pero creo que hemos pedido perdón con sinceridad, hemos visto los puntos ciegos que teníamos, hemos aprendido mucho. Hacer esos aprendizajes nos permite volver a conversar, a sacar la voz”.

LA CARTOGRAFÍA SOCIAL DE LOS JESUITAS

Ahora sacan la voz y, junto con ello, un libro: “Cartografía Social de Chile 2024: Habitabilidad y territorio”, donde en 9 capítulos, 9 obras sociales de la Compañía de Jesús abordan distintos aspectos de la pobreza y la vulnerabilidad en Chile. Son conclusiones y aprendizajes que nacen en el trabajo en la frontera, que siempre ha definido a los jesuitas. 

Así luce esta primera Cartografía Social de Chile, que es una foto del país en 2024, en el plano de la habitabilidad y el territorio. Juan Cristóbal Beytía ha estado presentándola en diversos espacios-,

-La preocupación por la ocupación de los territorios, por el ser humano y su bienestar, está presente ya en el Antiguo Testamento. En él se dice que la primera preocupación del rey debían ser los huérfanos y las viudas. Jesús de Nazaret siempre estuvo preocupado y ocupado de los tullidos, los cojos, los ciegos, los leprosos, las prostitutas… Desde su fundación, la Compañía de Jesús formula su misión diciendo que es la defensa de la fe y la promoción de la justicia que esa fe nos exige. Esa es nuestra vocación: hacer justicia en el mundo, no por razones políticas ni ideológicas, sino que por una razón de fe. Nuestra fe nos pide ocuparnos del más frágil, del más pobre, de las víctimas. 

-De las 9 obras sociales que están en la Cartografía hay dos que por estos tiempos no son muy “populares”: el Servicio Jesuita al Migrante y La Fundación Licán, que trabaja con comunidades mapuche en Tirúa, provincia de Arauco. ¿A qué lo atribuyes?

-En Tirúa, tenemos una comunidad jesuita de tres sacerdotes, que trabaja en colaboración estrecha con el párroco del lugar. O sea, labor sacerdotal, pero también social. Ahí fomentamos, por ejemplo, la recuperación de bosques comestibles, acompañando iniciativas de desarrollo local. Rescatamos la lengua y abordamos de manera muy respetuosa la cultura ancestral. Alguien dirá: ¿Qué hacen unos curas católicos metidos en las ceremonias de año nuevo mapuche?”. Nos interesa que la cultura mapuche se conserve, porque estamos conscientes de la riqueza cultural que hay en ella. Valores como el respeto de la naturaleza, la relación con la tierra, los ritmos vitales, nos parecen riquísimos.

Reconoce que hay quienes asocian esa presencia con el conflicto y la violencia. “Nada más injusto. Nosotros buscamos la paz”.

-Más incomprendido aún por estos días es el Servicio Jesuita al Migrante…

-Claro, en YouTube circulan videos que son directamente falsos y nos han atribuido ser dueños de una agencia de viajes o de una línea aérea para traer migrantes. Esas son fantasías que no tienen ningún asidero en la realidad. Nos preocupa que hay miles de personas extranjeras, niños, mujeres, adultos mayores, viviendo en la precariedad e indignidad. Nos parece un deber humano y cristiano ocuparnos de ellos. Y eso hacemos. 

Se nota que el tema le molesta. Que considera injustas y miopes las críticas. 

Respecto de la delincuencia y de la “importación” de delitos violentos, en particular desde Venezuela o protagonizados por venezolanos, responde: “Es cierto que nos hemos encontrado con delincuentes venezolanos, pero, sin querer empatar, también tenemos delincuentes chilenos. Muchos más, por cierto. Yo creo que esto no es un asunto de nacionalidad; es de estigmatización y de generalizaciones. Entre muchos ciudadanos de países europeos, los chilenos son considerados ladrones, rateros. ¿Injusto? Claro que sí, porque es una generalización”. 

Sostiene que el apoyo a los migrantes pasa por el desarrollo comunitario. “Cuando las personas se conocen, se relacionan y conviven, cuando descubren que ´los venecos´ no son delincuentes, drogadictos, narcos, prostitutas, se caen las etiquetas, las generalizaciones, los prejuicios, y surgen los matices”. 

La “Cartografía Social 2024”, que se presentará este martes 26 de agosto en la Universidad Alberto Hurtado, muestra cómo se viven territorialmente temas como la migración, la crisis de vivienda, los guetos verticales, la exclusión escolar, la pobreza femenina y sobre todo dónde están las principales brechas de la oferta de políticas sociales del Estado. 

No por nada, en el Día de la Solidaridad, se le entregó un ejemplar a un emisario enviado por el presidente Gabriel Boric, a honrar su memoria en su tumba. 

Este mapa de la pobreza hecho por los jesuitas desde las fronteras, desde donde viven los más excluidos, entusiasma al flamante superior de la provincia de Chile de la Compañía de Jesús, un hombre que, como ya dijo, prefiere ser parte del coro a ser solista. Este Mapa de la Pobreza es un trabajo precisamente coral.

 

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