Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer
Solange Veloso, directora de operación social territorial
Hay tantas violencias distintas contra la mujer, pero no hay ninguna más feroz que la pobreza, porque involucra todas las demás.
De esas violencias, como directora de operación social territorial del Hogar de Cristo, conozco más de las que quisiera. A modo de tributo en el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer, quiero comentar algunas de ellas, que tienen cara y nombre. Pero antes explico el sentido de este conmemoración que este viernes 25 de noviembre marca el comienzo de la Campaña Únetede la ONU, la que abarca 16 días y culmina con el dedicado a los Derechos Humanos.
“La chica bomba”, Alejandra (48), vive en situación de calle desde la infancia. Su historia parece sacada de una novela de Nicomedes Guzmán. “Yo caí en las drogas, porque yo, señorita, fui abusada por mi propio hermano y quedé embarazada cuando tenía 11 años. Ahí nació mi primera hija, que fue criada por mi tía Sabina con quien nunca más tuve contacto”. Alejandra tuvo otros dos hijos y el día más feliz de su vida fue cuando conoció a uno de ellos, al que ha visto sólo dos veces. De su día a día, en calle, dice: “Quiero tener un baño digno donde poder bañarme como la gente, donde nadie la esté mirando a una, donde uno pueda defecar tranquila. Porque si no se ha dado cuenta, todos defecan por aquí”.
No existe manifestación más cruda de la pobreza que la vida en calle. Y en el caso de las mujeres esa realidad se amplifica en materia de vulneraciones, porque ser pobre, no contar con un techo, tener problemas de consumo, no saber leer ni escribir, venir de un país aún más pobre y ser mujer es lo que los estudiosos llaman “interseccionalidad”. Una suma de condiciones que profundizan la desigualdad y la violencia. Quizás recuerden a Joane Florvil, una migrante haitiana de 27 años, que murió porque nadie entendió por qué había dejado a su hijita, supuestamente abandonada. Joane fue injustamente acusada y murió de una crisis hepática, golpeándose contra las paredes de la celda donde la habían encerrado.
La violencia contra la mujer no es solo el golpe que le propina su pareja. O un agarrón en la micro. O la manipulación de un explotador sexual. Es sobre todo la pobreza. Los invito a leer el estudio “Ser Niña en una Residencia de Protección en Chile”, que Hogar de Cristo publicó en 2021, porque describe a la perfección de qué hablo.
QUE LA CALLE NO SEA SU ESCUELA
Ni su sala de clases, ni su jardín infantil, ni su sala cuna. Hogar de Cristo trabaja porque todos, al margen de su situación socioeconómica, reciban educación de calidad en todos los niveles de su trayectoria educativa. Apóyanos.
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