7 Mayo 2021 a las 08:22
En estos últimos años ha centrado su misión profesional y personal en dos generaciones opuestas. Por un lado, trabaja con adultos mayores vulnerables en la etapa terminal de la vida. Y por otro, se dedica a apoyar a niñas, niños y adolescentes trans, que viven situaciones de exclusión, estigmatización y discriminación en Iquique.
Por Matías Concha P.
Su experiencia liderando el Programa de Atención Domiciliaria del Adulto Mayor (PADAM) de Hogar de Cristo en Iquique, lo ha hecho vivir en primera línea los efectos sociales que ha significado la pandemia para las personas mayores.
Explica que el aislamiento para ellos significa “perder esa familiaridad que los impulsa a levantarse todos los días. De a poco, por la incomunicación y la soledad, empiezan a abandonarse, a dejar ese impulso y el sistema cognitivo comienza a deteriorarse. Esto baja también los niveles inmunológicos. Ahí es cuando caen en postración y, desde ahí, surge la depresión, la idea de la muerte y es difícil sacarlos de eso”.
El trabajador social Hugo Salomón (32) comenzó trabajando con personas en situación de calle, en la hospedería de Hogar de Cristo en Los Copihues, en el centro de Iquique. Esa vivencia marcó su vida. “En nuestra región hay más de 700 personas viviendo en la calle. Esa clase de inequidad te afecta, pero en mi caso jamás me congeló. Al contrario, estaba acostumbrado, yo vengo de vivir en El Colorado, un barrio con mucha delincuencia y droga, que te obliga a entender los orígenes de la pobreza, los porqué de la miseria”.
-¿Cuáles son esos porqué?
–¡Muchos! Antes de estar en el Hogar de Cristo estuve trabajando un tiempo en el Sename, una experiencia enriquecedora. Pero me pasó que, tiempo después, mientras recorría las calles de noche, me encontraba con niños que había cuidado en el Sename, algo súper triste. También me tocó recibir a ex chicos a los que conocí en el Sename en la hospedería para personas en situación de calle. Eso te dice que hay personas que nacen, crecen, se desarrollan y seguramente van a morir pobres. Es un círculo de pobreza, donde se acaba muerto o preso en la cárcel.
Tarapacá es la tercera región con más pobreza multidimensional del país, con un 24,9% de su población en esta condición. Una realidad que, explica, ha empeorado en pandemia. “Es sabido que las personas de calle y los más viejos son los más afectados y desprotegidos contra el virus… Esto es aún más complejo, si en un año normal era complicado llevarlos a un centro de salud, ahora es casi imposible encontrarles cupos de atención en los hospitales”.
-¿Qué te ha tocado enfrentar en pandemia?
-Me ha tocado estar con personas mayores que, si bien lograron salvarse del coronavirus, no han podido superar el aislamiento y, de a poco, se han ido apagando. Eso no es tema para nadie. Otra cosa que me ha tocado vivir es el trabajo comunitario, ahora el PADAM está centrando parte de su labor en mi barrio, El Colorado, eso ha sido muy lindo. Les hacemos visitas a mis vecinos, la idea es prestarles asistencia, compañía y ayudarles con pañales, medicamentos o comida.
JUNTOS CONTIGO
Su trabajo no se detiene en el Hogar de Cristo, otro importante aspecto de su vida es la labor que hace en la fundación Juntos Contigo, una institución privada, fundada en Santiago, que brinda apoyo bio-psico-socio-médico-educativo a niñas, niños y adolescentes trans y a sus familias, que viven situaciones de exclusión y han solicitado ayuda. “Es un trabajo bien amplio, súper comprometida, hoy estamos acompañando a más de 200 familias en todo el país, donde se hace una pega personal y familiar con distintos profesionales, desde trabajadores sociales, psicólogos, psiquiatras, hasta fonoaudiólogos”.
-¿Fonoaudiólogos?
-Por supuesto, se les enseña a proyectar la voz de acuerdo a su verdadera identidad. Yo creo que es como un ejercicio de libertad, donde el adolescente es quien decide qué tan grave o fina quiere proyectar su voz. Es un proceso súper bonito, porque al final terminan reencontrándose con su tono original.
Juntos Contigo es, con mucho, la organización privada más grande al servicio de niñas, niños y adolescentes trans en el país. Entre otras cosas, trabaja en capacitación en colegios, universidades, empresas y organizaciones. “Ya se han atendido a más de trescientas familias de todas las regiones del país. Por sí sola sirve a más de la mitad de la infancia identificada como trans en Chile”, declara Hugo.
-¿Qué busca un joven trans cuando los contacta a ustedes?
–No te podría decir que los jóvenes llegan con inseguridades, al contrario, por lo general llegan bien seguros de su identidad. Quienes llegan desestabilizados son los padres, que no entienden qué pasa. La mayoría piensa que es algo pasajero o una “moda” generacional.
-¿Qué les explicas cuándo te dicen eso?
-Hay que entender que ellos, los papás, también viven una especie de duelo, porque su hijo o hija trans está atravesando un proceso de identidad que los va a cambiar súper fuerte, no es fácil para ellos aceptar que su hijo o hija no será nunca más el mismo. Es como cambiar un hijo por una hija. O al revés.
-¿Aún le cuesta a la familia chilena aceptar a un trans en la familia?
-Sí, las intervenciones por lo general comienzan súper caóticamente, hay papás que no se la creen, no quieren nada. Pero después ambos van entendiendo el proceso que están viviendo. Ayuda mucho que los jóvenes de hoy efectivamente son parte de una generación más abierta, algo bueno, porque los convierte en personas mucho más valientes, que aceptan su identidad desde la verdad. No escondiéndola o transformándola en un secreto familiar.
-¿A quién le cuesta más aceptar a un hijo Trans: al papá o a la mamá?
-A los papás, lejos, las mamás son más aliadas de sus hijos. Especialmente con los chicos que están en su tránsito a mujer trans. Es difícil para ellos. Pero después eso cambia, el cariño casi siempre gana, no lo digo porque suene bonito, te lo cuento porque es real, por ejemplo, recuerdo el caso un padre carabinero. Al principio le costó, pero al final decía: “Yo vengo de una institución súper rígida, pero tú eres mi hijo y te quiero seas como seas”.