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Héctor Abarca:

“Por mi casa quemada no he llorado tanto como por mis animalitos”

A sus 70 años, este trabajador de la construcción muestra cómo ha ido rearmando su vida en el terreno donde antes estuvo su casa. Gracias al apoyo del programa de Hogar de Cristo Primera Respuesta, ya tiene su vivienda de emergencia pero aún no desarma la carpa en que vivió dos meses y 15 días. Es un recordatorio de ese día fatal en que perdió a sus mascotas regalonas: dos gatitos a quienes llama cariñosamente “mis animalitos”.

Por María Teresa Villafrade

24 Mayo 2024 a las 19:35

Es viernes 17 de mayo y en el pasaje Los Plátanos del sector Lomas Latorre, en el campamento Manuel Bustos de Viña del Mar, Héctor Abarca (70) trabaja incansablemente, instalando el cerco de su terreno con madera regalada que le llegó del sur. No ha parado desde febrero cuando un incendio acabó con su casa de tres dormitorios, living comedor, baño y cocina.

“A la empresa donde trabajo no he vuelto. De mi casa no quedaron ni los palos, yo fui el último en salir de aquí ese día. Mi señora me llamaba, yo estaba loco, corría de un lado para otro, llamaba a la gente y ya no quedaba nadie. A todos mis vecinos se les quemó la casa, excepto esa roja que ve allá, fue la única que se salvó”, dice, señalando con el dedo hacia más arriba del cerro.

Héctor Abarca muestra la carpa donde durmió con su esposa los primeros días. No la ha querido desarmar.

La dupla sicosocial del programa Primera Repuesta de Hogar de Cristo, llegó a visitarlo cuando él llevaba con su esposa dos meses y 15 días viviendo en una pequeña carpa. Les urgía una vivienda de emergencia antes de la llegada de las primeras lluvias otoñales. El programa consiste precisamente en garantizar la entrega oportuna de asistencia material a 500 familias del sector afectado por el incendio en el campamento Manuel Bustos.

PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS

Javier Binimelis Muñoz, coordinador de Primera Respuesta, cuenta que comenzaron a trabajar en febrero con tres duplas compuestas por psicólogo, trabajador social y técnico social, abarcando primero a 300 familias del campamento Manuel Bustos. Luego aumentó a dos duplas más, con 200 familias más -porque son 100 familias por dupla-, abarcando al sector Lomas Latorre, que es donde vive Héctor Abarca.

El equipo de Primera Respuesta que atiende al matrimonio del sector Lomas Latorre: Héctor y María.

“El programa tiene tres ejes: uno es la vinculación de las familias con las instituciones y organizaciones. Es decir, les informamos sobre los dispositivos y distintos tipos de ayuda que se están dando y también entregamos apoyo sicosocial mediante los profesionales psicólogos y trabajadores sociales. Se entregan primeros auxilios psicológicos y acompañamiento en todo lo relacionado con la salud mental y emocional”, agrega.

-¿Cómo ha recibido la gente esta ayuda?

-Siento que ha tenido una muy buena recepción, pero este es un trabajo que necesita continuidad no solamente pensando en el programa sino en otro dispositivo ya sea de la fundación o del Estado para continuar rearmando el tejido social en estas comunidades tan invisibilizadas. Nosotros estamos trabajando no solamente en las partes centrales del campamento Manuel Bustos, sino también en las más alejadas como es Lomas Latorre. Allí están la mayor cantidad de familias afectadas por el incendio.

-¿Qué ha llamado más tu atención?

-Me impacta mucho que la gente se sienta conforme con alguien que los escuche y que levante sus necesidades. Porque hay mucha población que se siente invisible. Las ayudas han llegado hasta cierto límite o ubicación geográfica, hay muchos sectores que quedan sin intervención y nuestro propósito es que no se sientan dejados de lado, tratamos que sean escuchados y vistos por las organizaciones.

VIVIENDAS QUE SE LLUEVEN

Gracias a las gestiones de Hogar de Cristo, hace un mes que Héctor y su esposa, ambas personas mayores, cuentan con la vivienda de emergencia de 24 metros cuadrados.

“Yo trabajo en construcción y la casa que se me quemó la levanté yo solito con mis propias manos. He recibido buenas ayudas, todo lo que tengo aquí ha sido regalado, recién me compré una lavadora y con la plata que me dio el gobierno he ido invirtiendo en arreglar esto. Al principio, cuando nos instalaron la vivienda de emergencia, con mi señora estuvimos durmiendo en el piso, en el suelo, después nos regalaron un colchón y la cama”, cuenta contento.

Pero la prueba de las primeras lluvias no la pasó bien. Se les entró el agua por el piso y el viento casi les vuela el techo.

“Por eso he estado trabajando tanto, sacando tierra. La primera noche en esta casa no pude dormir. Pasó que los maestros le colocaban apenas unos tornillos en el techo. Al día siguiente yo mismo aperné todo y ahora no entra viento. Le discutí harto a los compadres que me la instalaron, les pregunté si ellos vivirían aquí de la forma en que estaban haciendo las cosas”.

Héctor es jubilado y recibe 256 mil pesos de pensión. Recibió el bono de un millón y medio de pesos del gobierno y dice que gracias a Dios tiene todavía fuerzas para trabajar.

Frente a la vivienda de emergencia, Héctor y María sonríen a pesar del dolor que vivieron,

“En la empresa me están esperando. Yo iba tres veces a la semana nada más”, agrega.

Celebra a la dupla de Hogar de Cristo que le sube la mercadería que una vez al mes les regala el Estado. Está muy bien informado. Dice que las viviendas de emergencia cuestan 5 millones y han venido a instalar algunas sin ventanas ni puertas.

“Todavía hay familias viviendo en carpas, tienen niños pequeños. Hay gente que ha rechazado la casa de emergencia porque venía con un piso lleno de astillas, en malas condiciones”, indican las profesionales de Hogar de Cristo.

TEMOR PERMANENTE

A María, la esposa de Héctor, le insisten en que vaya a buscar sus remedios al Cesfam. Que mejor vaya acompañada de su hija a quien también se le quemó su casa en Quilpué. Ella no quiere dejar solo a su esposo y él no sale de ahí por temor a que les roben lo poco que tienen.

“Yo por mi casa no he llorado tanto como por mis animalitos, se me quemaron mis dos gatitos y ese sufrimiento lo tengo todavía, sueño con ellos, los busqué por todos lados y los encontré después debajo de la casa, el calor los reventó, fue desesperante. Los crié desde que tenían siete días, para mí eran mis hijos. Mi señora se enoja y me dice que no eran mis hijos, que gracias a Dios nuestros dos hijos están vivos. Pero ellos dormían conmigo, eran mis regalones”, dice, desahogándose.

Y es que para eso está la Primera Respuesta, un programa que en estos tres meses ha jugado un papel crucial de acompañamiento a los damnificados por el trágico mega incendio en la región.

Estas familias siguen necesitando de toda nuestra ayuda para superar el dolor y la pérdida de sus hogares y, en el caso de Héctor, también de sus amadas mascotas.

HOGAR DE CRISTO YA HA ENTREGADO 782 KITS DE HABITABILIDAD QUE HAN BENEFICIADO A 3.128 FAMILIAS, REVISA AQUÍ EL ESTADO DE NUESTRA CAMPAÑA

 

 

 

 

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