Mantenernos en movimiento es mantenernos con vida. Lograr desplazarnos fuera o dentro de nuestra casa nos permite seguir en contacto con otras personas, realizando las actividades que nos dan felicidad.
Es por esto que es muy importante ir adaptando la forma de desplazarnos. Con la edad es frecuente que aparezcan dolores o limitaciones en las extremidades inferiores que restringen la movilidad, limitando nuestras actividades de la vida diaria.
En la medida que dejemos de movernos, más rígidos y dolorosos estaremos, reforzando el ciclo negativo de inmovilidad-dolor-inmovilidad.
La primera recomendación es comenzar con pequeños movimientos dentro de nuestra casa. Para ello es muy importante el uso de “ayudas técnicas”, las que están disponibles para los mayores en todos los Centros de Salud Familiar (CESFAM).
El uso de bastón y de andador o “burrito” es muy útil, ya que disminuyen de manera importante el temor a caerse, facilitando el desplazamiento y la sensación de seguridad. Repartir el peso de nuestro cuerpo sobre estas ayudas, mejora la calidad y extensión del movimiento. Y nos anima a “ir por más”.
Es muy frecuente que los mayores no quieran usar estas medidas de apoyo, aludiendo a que “no las necesito”, pero es importante saber que el temor a las caídas es una de las principales causas por las cuales los mayores comienzan a restringir sus desplazamientos y así aumentar su inmovilidad. Es de sabios usar bastón, no de viejos.
Elija uno que se ajuste al estilo de la persona (piense en el arquitecto Federico Sánchez, que lo usa con mucha onda) y empezará a disfrutar de moverse con seguridad.
Otra recomendación clave es tener un buen manejo del dolor. Si mantenemos a raya el dolor, el adulto mayor no tendrá miedo de moverse e irá recuperando poco a poco actividades perdidas. Consulte con su médico sobre cuál es el medicamento más recomendable para el manejo crónico del dolor. Es muy probable que parta con medicación diaria, pero, en la medida que empiece a moverse más, el uso de analgésicos será menos frecuente.
Una vez que vaya recuperando la movilidad en su casa, hay que empezar a salir a caminar trayectos cortos, aumentando la extensión poco a poco. Caminar es un excelente ejercicio y al alcance de todos. Busque actividades de ejercicios en su barrio, como clases de baile, yoga o taichi.
La respuesta es de Francisca Palma, diplomada en kinesiología cardiovascular y en atención gerontológica para profesionales. Tiene más de 14 años de experiencia trabajando con personas mayores y en atención primaria de salud. Junto a su hermana María Teresa creó el programa Caminatas Paso a Paso, que fomenta el envejecimiento activo.
