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María Tapia, dirigenta vecinal en Viña del Mar:

“Somos una luz de esperanza para otros campamentos”

La incansable líder del Comité Villa La Pradera en el campamento Manuel Bustos, el más grande de Chile, se mueve no sólo por las 148 familias que integran su agrupación vecinal, sino por las más de mil familias que habitan en el asentamiento viñamarino. En especial, por las personas mayores que han sido abandonadas “por los suyos y por el Estado”. Esta semana, Hogar de Cristo y SENAMA inauguraron un Programa de Atención Domiciliaria que atenderá a 30 adultos mayores del campamento.

Por María Teresa Villafrade

27 Marzo 2023 a las 14:38

María Tapia fue protagonista esta semana en la noticia.

Según el reciente catastro nacional de campamentos realizado por TECHO 2022-2023, cerca de 114 mil familias viven en estos asentamientos, lo que representa un 39,5% más que en la última medición realizada en 2020-2021.

Uno de ellos, el más grande del país, es el campamento Manuel Bustos donde habitan 1.280 familias. Emplazado en la parte alta de Viña del Mar, al nororiente de la ciudad, entre laderas de cerro y fondos de quebradas, en los sectores de Achupallas y Villa Independencia, cuesta mucho desplazarse en vehículo por sus empinadas y polvorientas calles. A duras penas llegan las micros hasta cierto punto. El resto hay que subirlo o bajarlo a pie.

Hasta el deslinde sur llegaron en 1998 las primeras familias desesperadas por el hacinamiento en que vivían. Luego, en 2001, otras ocuparon la pradera.

María Tapia (60), dirigente del Comité Villa La Pradera recuerda:

“Nosotros vivíamos apretados en Villa Arauco, en departamentos de 34 metros cuadrados. Imagínese que convivíamos dos familias. En total, ocho personas. Dormíamos en camarote de tres, el de arriba casi pegado al techo. Hoy esa villa es una población de alto riesgo, por ese hacinamiento en que viven las personas. Mucha droga en las calles, no hay espacio, no hay intimidad, los niños pasan en la calle por lo mismo, no tienen espacio para estudiar. Por eso crece la delincuencia, la droga, porque no tienen una vivienda digna. Nadie toma en cuenta eso”.

Casada desde hace 44 años y madre de dos hijas profesionales, recuerda perfecto cuando junto a otras tres familias de Villa Arauco lo decidieron: “Está el cerro botado, vamos a tomarlo”.

“A los tres días ya éramos 120 familias y hoy el comité lo componen un total de 148. Nos organizamos muy bien desde el comienzo, pensando en que cuando viniera la regularización no tuviéramos que correr tantas casas y así ha sido”.

Este año tendrán agua potable y alcantarillado, un logro después de 20 años de golpear puertas. Y mucho se debe al liderazgo de esta mujer menuda, pero voluntariosa.

“Nosotros acá somos una luz de esperanza para otros campamentos, tenemos biblioteca, comedor solidario, centro del adulto mayor. Pero lo hemos logrado golpeando puertas y si no nos abren, seguimos golpeando otras hasta que alguien nos escuche. Acá damos buenas noticias de esas que no salen en la tele, que dan esperanza a otros”, declara orgullosa.

SOLEDAD Y ABANDONO

Precisamente, el 22 de marzo pasado, otra buena noticia nació del campamento y todo gracias al impulso de ella y su organización vecinal.

El ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson, y la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, entre otras autoridades locales, estuvieron en la apertura del primer programa de atención domiciliaria para adultos mayores  (PADAM) a cargo del Hogar de Cristo y que financia el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA).

Carolina González, María Tapia, Giorgio Jackson, Macarena Ripamonti, Claudia Asmad, Diego Díaz, Claudia Espinoza, Ximena Ahumada, Maribel Miranda y la primera beneficiada del programa, Beatriz Minai.

“Nosotros estamos muy agradecidos del Hogar de Cristo, que fue el primero en ayudarnos cuando nos instalamos aquí en 2001. Fueron de un gran apoyo y estamos felices de que vuelvan a trabajar con nosotros pues hacen una labor muy linda con el adulto mayor, que tiene muchas carencias”.

Cuando abrieron el comedor solidario, en 2019, debido al estallido social y a la pandemia, se dieron cuenta del estado de abandono en que estaban muchos adultos mayores en el campamento. “No solo abandonados por sus familias sino por el Estado”, afirma.

Mediante la ley del lobby, pidieron audiencia con el Ministro, quien los recibió en diciembre.

“Ahora ha vuelto para cumplir su palabra al abrir este programa de ayuda para ellos y lo agradecemos. Ojalá esto se replique en muchos otros campamentos más”, señaló ante las autoridades, sin olvidar a los más de 160.000 adultos mayores que viven con algún grado de dependencia de mediana a severa en todo el país.

María Tapia dice que la situación está muy crítica y que el comedor solidario funciona ahora sólo los viernes, pero el ideal sería tres veces a la semana ya que a muchos adultos mayores no les alcanza para comer.

“Nosotros hicimos una completada hace poco y recaudamos 40 mil pesos, fuimos a la feria el miércoles y trajimos cuatro cosas con esa plata, ¡muy poco! Por eso ahora que ha llegado Hogar de Cristo a apoyarlos, nos sentimos bendecidos, es la salvación”.

TRABAJAR UNIDOS

El aumento del costo de la vida, sumado a las características del campamento en que el desplazamiento es muy difícil, hace que las personas mayores acaben encerradas y solas. El equipo PADAM integrado por una trabajadora social, un kinesiólogo y seis cuidadores de atención directa, atenderá a 30 personas mayores postradas y/o con dependencia moderada a severa.

Carolina González, jefa de operación social territorial de Hogar de Cristo, destaca especialmente la virtuosa unión que se ha dado en este caso entre la sociedad civil organizada y el Estado:

“Son las mismas personas que habitan en el campamento las que han levantado sus necesidades y han sido escuchadas. Aquí no hubo una investigación previa del municipio. Nosotros empujamos y sostenemos, aclaramos ciertas cosas, pero llegamos porque ellos lo han pedido y eso marca un hito relevante. Nuestra estrategia social promueve el envejecimiento activo y la autonomía de los adultos mayores, que se evite su institucionalización y se mantengan con redes de apoyo en sus propias comunidades”.

Equipo de Hogar de Cristo y el subdirector de la zona, Rodrigo Varas.

La propia alcaldesa de Viña del Mar, la tercera comuna con mayor concentración de personas mayores en el país, reconoce: “Tenemos que hacernos cargo. Lamentablemente, por cuestiones culturales que son muy tristes en nuestro país, uno llega a la vejez y hay una situación de abandono tremenda. Este tipo de programas de cuidado va en la línea que como ciudadana espero: políticas públicas de acompañamiento económico y de cuidado en el más amplio el sentido de la palabra acompañamiento”.

Para María Tapia lo más importante es que, sin importar el color político de las autoridades, todas se pongan a trabajar por los que realmente necesitan. “Hay hartos campamentos que son invisibles. Pido encarecidamente que trabajemos por el país, unidos”.

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