El Pontífice de la humildad y la reforma
El mundo llora la partida de Su Santidad el Papa Francisco, quien falleció a la edad de 88 años. Nacido como Jorge Mario Bergoglio el 17 de diciembre de 1936, en Buenos Aires, Argentina, Francisco se convirtió en el primer Papa latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia Católica, en 2013. Aquí recordamos algunas anécdotas de su única visita como Pontífice a nuestro país, en específico al santuario Alberto Hurtado, fundador del Hogar de Cristo y también jesuita.
Por María Teresa Villafrade
21 Abril 2025 a las 10:02
Hoy 21 de abril de 2025, a las 7:35 de la mañana, en El Vaticano, murió el Papa Francisco, el primer latinoamericano en asumir esa importante misión. Su enfermedad comenzó a manifestarse a finales de enero de 2025, con síntomas de resfriado y fatiga. Aunque en un principio hubo preocupación, los médicos descartaron complicaciones graves y confirmaron que estaba recibiendo tratamiento adecuado.
Su estado de salud había experimentado síntomas de mejoría y había retomado algunas de sus funciones bajo estricta supervisión médica. Y con una agenda reducida para evitar recaídas. El Papa reapareció brevemente este Domingo de Resurrección en silla de ruedas. Saludó a los fieles en la Plaza de San Pedro y pidió que leyeran un mensaje por la Pascua.
De todos los ritos de Semana Santa participó el Jueves Santo con una visita a la cárcel romana de Regina Coeli. Ubicada cerca del Vaticano, llegó para saludar a los reclusos, tal como hizo en todo su Pontificado.
Su fallecimiento ha causado dolor en todo el mundo. Por este motivo, quisimos recordar el momento en que estuvo tan cerca de Chile. Y sobre todo con la obra que fundó el santo jesuita y activista social chileno, Alberto Hurtado: el Hogar de Cristo.
El Papa Francisco visitó Chile del 15 al 18 de enero de 2018 en su única venida como Pontífice. Pero fue el 23 de marzo de 1960 cuando llegó por primera vez a nuestro país como parte de su formación en la Compañía de Jesús. Tenía 24 años.
El lugar donde vivió era la casa que, en 1937, el provincial Pedro Alvarado le había encargado construir a Alberto Hurtado. Se había resuelto trasladar el Noviciado de Chillán a un sector más cercano a Santiago. El sitio escogido estaba en la antigua comuna de Marruecos (hoy Padre Hurtado), a 25 kilómetros de la capital, por aquel entonces campo puro, con carretas y caballos.
No podía faltar, durante su visita a Chile, la bendición a la camioneta verde de Alberto Hurtado.
La Casa Loyola se inauguró tres años más tarde. Rodeada de chacras, con una gran fachada rectangular blanca y una glorieta en medio, tres pisos y alrededor de 90 habitaciones, fue el lugar que albergó por casi tres décadas, hasta 1968, a cientos de jóvenes estudiantes jesuitas. Entre ellos a Jorge Mario Bergoglio, el futuro Pontífice.
De su paso por Chile, una de las personas que marcaron a Francisco fue el profesor jesuita José Donoso. En un correo enviado al periodista argentino Javier Cámara, el Papa confesó que las clases del curso Historia de la cultura “eran de mucha categoría” y que aún conservaba sus apuntes escritos.
Ya convertido en Papa, durante su estadía en Chile Francisco recorrió tres ciudades principales: Santiago (15 y 16 de enero); Temuco (17 de enero) e Iquique (18 de enero).
Su visita estuvo marcada por llamados a la reconciliación, la justicia social y el reconocimiento de los pueblos indígenas, aunque también enfrentó protestas y críticas por la crisis de abusos en la Iglesia.
En su visita al Santuario del Padre Alberto Hurtado el 16 de enero de 2018, tuvo un encuentro con la Compañía de Jesús, orden a la que él pertenece. Rezó en la tumba de San Alberto Hurtado, el sacerdote chileno canonizado en 2005 y fundador de Hogar de Cristo hace ya 80 años. Fue un momento de recogimiento y reflexión, donde destacó la labor de los jesuitas en la promoción de la justicia social y el servicio a los más necesitados.
El Papa Francisco oró con mucho recogimiento frente a la tumba de Alberto Hurtado, fundador de Hogar de Cristo hace 80 años.
El entonces Capellán de Hogar de Cristo, Pablo Walker, recuerda: “Un año antes, nosotros invitamos al Papa Francisco, si mal no recuerdo fue para su cumpleaños que tuve la oportunidad de ir a Roma. Pude entrevistarme con él y entregarle una carta invitación para venir al Hogar de Cristo”.
Apenas supo que el Pontífice venía a Chile y que en el programa se contemplaba una visita a la Casa de Acogida Josse Van der Rest, Pablo Walker hizo un esfuerzo por transformar ese evento puntual con algunos acogidos de Hogar de Cristo a un encuentro más masivo. “Con los distintos rostros del Cristo pobre contemporáneo al que intentan servir distintas fundaciones de Chile”, explica.
Eso implicó un esfuerzo muy arduo que fue acompañado por el equipo Pastoral de la fundación para reinstalar el mensaje social del Papa Francisco, identificando a Cristo en el pobre. Eso significaba, a juicio del entonces capellán, “salir de la mirada más paternalista y aprender de Cristo presente en el pobre”.
El Papa Francisco bendice a Doris Fels, acogida de la Residencia Adulto Mayor de Hogar de Cristo en Recoleta.
“Nosotros hicimos gestiones para que esto resultara. Hubo bastantes trabas por parte de la comisión organizadora de la Santa Sede por temas de seguridad. Afortunadamente se logró que el Papa se reunirá ya no solo con acogidos de Hogar de Cristo, sino con más de 500 personas en la explanada del Santuario Alberto Hurtado tras reunirse con los jesuitas en la tumba del santo”.
Este cambio de planes implicó no solo que se ampliara el universo del encuentro a adultos mayores, personas con consumo problemático de alcohol y drogas, en situación de calle, con discapacidad mental y jóvenes en proceso de reescolarización.
“Que no fuera solamente un pasar, sino que el Papa Francisco se detuviera. De allí surgió la idea de que compartiera con nosotros unas sopaipillas, que las bendijera y nos dijera unas palabras”.
Pablo Walker, entonces capellán de Hogar de Cristo, durante su alocución en la explanada del santuario.
La explanada se repletó con muchas fundaciones hermanas y amigas. Reconoce que no se logró el objetivo de interactuar mucho con él “esperábamos que se pudiera salir del libreto, pero era bien estricto y solo logramos que bendijera las sopaipillas y a nosotros”, comenta sonriente.
Sin embargo, Pablo Walker considera que pese a las restricciones protocolares, el evento fue relevante para los trabajadores de las fundaciones. “Un momento revitalizante en una pega que es muy desgastante”.
Entre las anécdotas que se cuentan de esa histórica visita, estuvo el secreto problema que se presentó con la silla dispuesta para el Santo Padre en la explanada. A juicio de los expertos integrantes de la comisión de la Santa Sede, “el Papa no cabe allí”.
La desesperación cundió. Los alrededores del santuario estaban acordonados y entonces Pablo Walker recordó una silla que podía servir pero se encontraba en la casa del jefe de la Josse Van der Rest, Claudio Leiva, fallecido durante la pandemia.
“Claudio sorteó todos los obstáculos para traer de su casa la silla que finalmente usó el Papa Francisco”, recuerda Claudia Gómez, directora de Comunicaciones de Hogar de Cristo.
Para nadie es un misterio que la Iglesia chilena vivía momentos muy complicados y que la venida del Pontífice estuvo permeada por los escandalosos abusos sexuales denunciados en esa época.
“Además, estaba la omnipresencia de un obispo puntual que acaparaba la atención al estar donde no tenía que estar, apareciendo en la televisión todo el tiempo. Todo esto hizo muy difícil instalar el magisterio social que erradicara de raíz la fábrica de producción de exclusión y pobreza. Se trata de una crueldad humana con aires bien pensantes y caritativos que no trata a la persona empobrecida como igual, como el señor Jesús. Eso costó mucho instalarlo porque estaban las denuncias y la resistencia a admitir los abusos dentro de la Iglesia”, dice el jesuita Pablo Walker. –
–¿Qué es lo que más destacaría de su pontificado?
–Cuando Jesús murió y estaba todo perdido, los apóstoles salieron a pescar y después él se les apareció y lo primero que dijo fue no tengan miedo, lo segundo, tengan paz, lo tercero, yo los envío y cuarto, vuelvan a Galilea. Eso trató de hacer Francisco con nosotros, él fue una presencia del Resucitado en tiempos muy complejos, sacándonos del acobardamiento y del encierro.
Una reunión muy íntima sostuvo Francisco con los jesuitas chilenos, animándolos a salir al encuentro de otros.
“Nos pidió salir a la calle, tomar la iniciativa, “prefiero que se machuquen a que mueran pálidos por falta de Vitamina D” por encerrarse. Nos pidió arriesgarnos, teniendo la paz y la alegría de Jesús. Pidió que eso se transmita en un cuidado de la naturaleza y de las relaciones sociales desde esa paz, vivan la presencia del Resucitado y vuelvan a la realidad. Es decir, vuelvan a ser una Iglesia cercana a lo sencillo, aprendiendo sin el miedo y el peso de administrar tantos tesoros. Tengan esa libertad para traducir al Cristo contemporáneo al mensaje de hoy. Ese aire fresco fue Francisco”, señala Pablo Walker, actual director del Servicio Jesuita al Migrante.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco se destacó por su enfoque en la humildad, la justicia social y la reforma de la Iglesia. Su liderazgo estuvo marcado por una incansable lucha en favor de los más necesitados. Por la promoción del diálogo interreligioso y un llamado constante a la paz y el cuidado del medioambiente.
A lo largo de su papado, impulsó cambios significativos en la estructura eclesial. Abogó por una Iglesia más inclusiva y cercana a las realidades de las personas comunes. Y fue una voz influyente en los debates sobre migración, pobreza y cambio climático.
Su legado perdurará en la historia como el de un líder espiritual que desafió las tradiciones establecidas con amor, valentía y un profundo compromiso con los valores evangélicos.
Descanse en paz, Papa Francisco. Su luz seguirá guiando a millones.
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CRÉDITO FOTOGRAFÍAS: ARZOBISPADO DE SANTIAGO
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