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Raquel Hofftetter y su olla fraterna:

“Hoy entré a una casa donde había un adulto mayor solo, agonizando”

Tiene 66 años y vive en Constitución. Cuando partió la pandemia y empezó a percibir el hambre que acuciaba a su comunidad, decidió junto a su amiga Marianela organizar una olla común. Partieron con 26 mil pesos que pusieron ellas mismas. Hoy hace delivery solidario y se encuentra con realidades que la impactan y la motivan.

Por Sucky Luthan y Daniela Calderón P.

17 Marzo 2021 a las 16:37

-¿Acaso ustedes no saben que estamos en cuarentena?– le reclamó Raquel a una pareja de personas migrantes a los que vio caminando por la playa de Constitución.

-Sí, lo sabemos, pero saqué a mi señora a caminar para que olvidara que tiene hambre –le  respondió el hombre.

Con esa frase que aún resuena en su cabeza, Raquel Hofftetter (66), oriunda de la región del Biobío, en marzo de 2020, cuando la pandemia recién explotaba en nuestro país, decidió dar inicio a un comedor solidario para ayudar a todas esas familias de su comunidad que debido a la cesantía no tenían dinero para cocinar un plato de comida.

El comedor, bautizado Olla Fraterna San Felipe Neri, en honor a la parroquia a la que asiste y que le prestó las instalaciones para comenzar con este proyecto. Aunque el primer impulso Raquel lo encontró en personas de su entorno familiar y social, quienes no dudaron en acompañarla a pesar de las adversidades que se presentaran en el camino. “Partimos con 26 mil pesos que pusimos nosotras”, detalla Raquel.

 

Desde sus comienzos y gracias a las gestiones de Raquel, el comedor solidario fue ingresado a la red de ollas comunes de Acción Solidaria del Hogar de Cristo, lo que significó que recibieran apoyo en alimentos y productos de la iniciativa Chile Comparte.

Gracias a esto, el comedor pudo entregar raciones para 230 familias en situación de pobreza de la ciudad de Constitución durante los primeros seis meses de pandemia. “Cuando se produjo lo del 10 por ciento de las AFP hubo gente que dejó de venir. Ahí empezó a bajar la demanda. Hacíamos entre 70 y 76 raciones, era variable. Pero con la llegada de la segunda ola del coronavirus empezó a haber más gente cesante o sin ingresos porque la cuarentena les impedía salir a trabajar. Ahora estamos haciendo delivery con ayuda del alcalde de la municipalidad que nos prestó un vehículo para salir a darles almuerzos a los adultos mayores y a los postrados”, cuenta Raquel que sale a repartir comida pese a su problema para caminar, producto de una caída.

La idea del delivery les ha permitido entregar el doble de raciones de las que podían dar desde el punto fijo en la parroquia. “Yo hago las entregas a domicilio y mi amiga Marianela se queda en el comedor atendiendo a 80 personas que acuden a diario. Yo con el delivery voy atiendo a otras 80 personas más”, cuenta, emocionada son las historias y las realidades que ha podido conocer gracias a este trabajo. “Lo que más me aflige son los adultos mayores postrados y abandonados. Por ejemplo, hoy llegué a una casa donde había un adulto mayor que estaba solo y agonizando. Ha sido muy traumático este último tiempo. Este delivery me ha conectado con una realidad que no conocía. Yo algo sabía de las necesidades de las personas, pero ahora he quedado muy choqueada con lo que he visto”, agrega, aclarando que son esas historias las que le dan fuerza para salir a repartir comida todos los días. “En las tardes cuando estoy sola en mi casa pienso mucho en esa gente, lo que yo tengo en mi pierna no es nada en comparación con lo que sufren ellos”.

 

 

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